Hablar de Angel Nahuelpan Figueroa hoy, tres años después, es mencionar a una figura reconocida, querida, respetada, irreemplazable, que trascendió las fronteras de Puerto Deseado.
No hubo político, gremialista, capitán de barco, escritor, naturalista, deportista, artista o personaje pintoresco que pasara por nuestra ciudad que no supiera que seguramente iba a ser entrevistado por el «micrófono viajero».
Cuando estamos de buen humor recordamos las grandes anécdotas que él siempre tomó con una risa franca. Quienes trabajaban en la municipalidad a fines de los setenta hacían notar que la «marca de agua» que aparecía en todos los documentos se debía a que la corbata de Angel había ingresado en los rodillos de la única fotocopiadora existente. Algunas de sus expresiones, en medio del repentismo de las notas periodísticas, quedarán seguramente para armar un anecdotario que refleja alrededor de treinta años de actividad.
Fue colaborador de EL ORDEN, pero también de LU14, El Patagónico y de todo colega que necesitara algún dato.
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