jueves, 27 de marzo de 2008
"CONOCIENDO NUESTRA CASA" EN NUEVA TRAVESIA POR PAISAJES CHILENOS
Travesía en kayak Caleta Tortel-Puerto Edén de la Fundación Conociendo Nuestra Casa
La Fundación Conociendo Nuestra Casa, (www.fcnc.org.ar) desarrolla desde 1983, en Puerto Deseado, un programa educativo y social orientado a formar en valores a los niños y jóvenes.
Cómo?
A través del conocimiento del lugar donde transcurren sus primeros años, en sus dimensiones físicas y espirituales, teniendo a la naturaleza como maestra, descubriendo sus secretos, su historia, su geografía.
Se procura transmitir ese aprendizaje a la comunidad con la pasión y el buen humor que nacen de las experiencias compartidas.
Bajo el lema: "Respeto y Cariño", trabajan construyendo vínculos solidarios.
La Fundación Conociendo Nuestra Casa sostiene que: “Afianzando nuestra identidad, autoestima y confianza, facilitamos también la confraternidad con gente de otras regiones y países”.
Dentro de los objetivos del programa educativo de la FCNC está el difundir su proyecto de formación en valores y fomentar la confraternidad con los países vecinos mediante las travesías en kayak por los mares, ríos y lagos de la geografía sureña
En esta oportunidad, Carolina Palma (24), profesora de educación física, campeona sudamericana de esquí nórdico, Arturo Lois (63), ingeniero y psicólogo y su hijo Claudio (38), informático y con 26 ascensos de montañas de más de 6.000 metros, todos de Santiago de Chile y colaboradores de FCNC, junto con Marcos Oliva Day (57), presidente de la organización, emprendieron este desafío como un homenaje a la cultura Kaweshkar.
Esta etnia de nómades del mar. también conocida como Alacalufe, con su formidable poder de adaptación a una geografía hostil y a un clima durísimo, durante cinco mil años sobrevivieron trasladándose con sus frágiles canoas de corteza de lenga por los fiordos del Pacífico sur, desde Península Brecknock, en Tierra del Fuego, limitando con los Yamanas, hasta el sur de Chiloé, hasta los confines del territorio de los Chonos
La travesía
Emplearon kayaks de travesía de fibra de vidrio de 5, 60 metros de eslora, de construcción nacional, equipados con dos bodegas para almacenar los víveres y equipo de campamento.y remaron alrededor de 30 kms. por día, descansando por las noches, en las playas que encontraban.
Fueron más de 200 kms. entre fiordos, caletas, bahías y canales, navegando al borde de altos acantilados que se descolgaban de montañas cubiertas de bosque nativo, lengas, ñires y el protegido ciprés de las Guaitecas
Bajo una lluvia que parecía no acabar nunca – la zona registra un promedio de 4.000 mm por año – fueron acompañados en su trayecto por delfines, lobos marinos, pingüinos, albatros de ceja y petreles gigantes. Los datos sobre la fauna avistada son compartidos con biólogos argentinos y chilenos que realizan trabajos de investigación en la zona “, señalaron los navegantes.
En una parte de la travesía, cruzaron a pié un istmo llamado Paso de Indios, una lengua de tierra de 250 metros de longitud, con una senda estrecha abierta en el cerrado bosque, que conecta dos fiordos protegidos, donde los Kaweshkar construyeron rampas de maderas para deslizar sus canoas y evitar de este modo salir al Canal Messier, de aguas más abiertas y agitadas.
Durante el trayecto, recalaron en el Estero Bernardo, en un refugio cerca del imponente glaciar de ese nombre.y allí tuvieron la suerte de ver varios huemules, ese lindísimo ciervo andino en peligro de extinción que Chile luce como símbolo en su escudo nacional.
En los dos centros poblados, con el total apoyo de las autoridades locales, brindaron cursos de remo a los niños y jóvenes que se divirtieron mucho con la experiencia.
En Caleta Tortel no se trató de una novedad, fue el cuarto curso que la Fundación Conociendo Nuestra Casa ofreció en ese pintoresco pueblo y su alcalde, Dn. Bernardino López, se comprometió a apoyar una experiencia similar en un futuro próximo.
En Puerto Edén, por su parte, sobreviven los últimos siete integrantes de la cultura Kaweshkar
.Fue muy emocionante para todos cuando uno de los remeros, que participaba del curso con sus tres hijos, nos dijo que se llamaba Juan Carlos Tonko,
"¿...de las familias orginarias?!", le preguntaron con admiración y él, con una sonrisa que le iluminó la cara, con legítimo orgullo, les contestó que sí.
Se trataba, precisamente, de su representante.
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