II Bajada de la Ría Deseado
Bajo la consigna de aventura en un escenario pintado con detalle por la naturaleza se descienden los 42 Km. de la Ría Deseado.
Sin ningún animo de competencia y solo guiados por el espíritu marinero, perseverancia y esfuerzo personal, los 38 participantes hombres y mujeres provenientes de distintos puntos del país y del vecino Chile comienzan la primer jornada, desde muy temprano, al amanecer se reunen en el predio del Club Náutico “Capitán Antonio Oneto” donde junto a la organización se dan ingreso por tierra al destino previsto; un viaje largo y lleno de expectativa.
Con muy buen animo y familiarizándose con el paisaje y una vez desayunados se desciende a un rio sorprendente de aguas marrones y rodeados de balcones rocosos de épocas pretéritas, dando comienzo así a la travesía en su primera etapa, la que se extiende con suavidad y sin demasiado esfuerzo, acompañados por la seguridad de los botes y el clima que en toda la jornada se mantiene a favor, dando el único apoyo que no depende de la organización. A medida que la marcha avanza cubriendo el ancho del rio se visualizan los Miradores de Darwin, tornándose entonces en un paisaje de ensueños por la magia del lugar, por las caprichosas formaciones que no se quieren borrar de la memoria… de a uno, dos o tres kayaks o canoas se sienten las voces de animo, las canciones, las miradas que incitan a continuar o a la camarería de hacer “bolsa” para descansar.
El equipo es uno solo y junto transitan esta primera etapa hasta el comienzo del mar. El agua se torna verdosa y luego azul… y el cambio de la marea y del viento dan la voz de alto; es la hora de las conclusiones, expectativas y el tiempo de descansar sumando continuamente experiencia positivas como lo es la hora de la cena la acampada y el descanso.
Nuevamente el tiempo, colabora en la causa y este segundo día, ultimo tramo de 20 kilómetros. Comienzo: salida de Bahía Uruguay rumbo a un paseo acompañado de las especies propias de la Ría, que son vistas con muchos agrado en el Cañadòn del Puerto y el único descanso en la Isla de los Pájaros, junto a los pingüinos de Magallanes, donde reina un clima de amistad y animo de llegar, pero sin perder detalles del paisaje, contra la marea y las corrientes que en algunos tramos pareciera demandar respeto, se percibe el final y la imagen del Muelle de Ramón aparece después del Puerto, donde los brazos en alto y gritos de animo son el impulso necesario para ese ultimo esfuerzo y es entonces que estos dos dias, estos 42 kilómetros, esta idea hecha realidad adquiere su verdadero valor, saberse tarea cumplida, sentir el placer de haber llegado desafiando al mar, la distancia de haber disfrutado de la magia del paisaje y de una aventura difícil de olvidar….
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