sábado, 8 de junio de 2013
¿Con o sin título?/ POLEMICA EN DESEADO POR EL DIA DEL PERIODISTA
Un comentario, aparentemente en tono jocoso, realizado en un medio deseadense, desató iras, bromas y polémicas en torno de una cuestión muy jugosa. El planteo se dio en torno a quiénes son periodistas, si lo son todos aquellos que se desempeñan en los medios o solamente aquellos que pueden exhibir un título universitario.
Desde ya podemos anticipar el resultado, que seguramente será similar en Río Gallegos, en Río Turbio, en Caleta Olivia o en cualquier ciudad o pueblo de la Patagonia y del país. El resultado es un empate técnico.
Dos formas
Por un lado, y con razón, aquellos que han cursado la carrera de periodismo en alguna institución pública o privada reclaman su lugar, su oportunidad de poner en práctica aquello en lo que han invertido tiempo, estudio y dinero. Tiene sus razones, porque cuentan, seguramente, con una cantidad de elementos teóricos y prácticos que les permiten un abordaje rico y con sólidos fundamentos de la profesión.
Del otro lado, y también con sus argumentos, aparecen quienes se hicieron periodistas frente una vieja máquina de escribir o frente a una computadora, o armando páginas a mano y luego pegando títulos hechos con las antiguas "tituleras", o saliendo a la calle con una libretita a buscar datos, o tratando de ponerse un saco y una corbata para presentar el noticiero local en los primeros canales de cable.
Teorías de la comunicación
Los profesionales con título advierten que sus colegas formados en el fragor de la batalla de las redacciones o las radios no conocen a ciertos autores, no dominan intrincadas teorías de la comunicación, no están en condiciones de dictar clases de periodismo, y, como decíamos más arriba, reivindican legítimamente su condición terciaria o universitaria.
En el otro extremo del cuadrilátero, los de la calle defienden su conocimiento práctico; son los que aprendieron al lado de los viejos periodistas algo noctámbulos y bohemios, los que no aceptaban reescribir sus artículos y generamente se mataban a café y cigarrillo cuando no existía google, cuando las notas se metían en un sobre y había que mandarlas por LADE o por Aerolíneas y las fotos blanco y negro se revelaban en un tacho, en un improvisado cuarto oscuro.
Botana
Dicen que Natalio Botana, el mítico creador del diario Crítica, recibió en una ocasión a un jovencito que quería trabajar con él. Lo sentó frente una máquina de escribir (de esas que no admitían correcciones, porque ni siquiera existía el corrector blanco) y le dijo que escribiera un artículo sobre Jesucristo. El muchachito preguntó: "¿A favor o en contra?". Dicen que esa pregunta bastó para que Botana lo contratara.
¿Se entiende? Más allá de cualquier polémica, lo que debe primar es la capacidad de indagar, de corroborar, de cotejar datos, de transmitir fielmente los testimonios, de ubicarse en el peligroso extremo centro donde es imprescindible tener un compromiso con la verdad y no con nuestros prejuicios personales o nuestra ideología o nuestros rencores.
Teoría y práctica
Todos los que llevamos algunas décadas en esto conocemos profesionales recien salidos de la Universidad que nos deslumbran con citas de geniales autores y teorías sobre la sociedad, el consumo, la globalización mediática, los mensajes subyacentes en la mayonesa y los dibujitos animados, pero cuando el jefe de redacción les pide un texto de cuarenta líneas sobre el estado actual de su ciudad sienten que el mundo se les viene abajo. Felizmente no es siempre así; no es inteligente despreciar el conocimiento teórico, que debe tener su correlato indispensable con las habilidades prácticas para redactar, hablar, resumir, preguntar, repreguntar, presentar, desarrollar alguna idea, contar un acontecimiento.
Al mismo tiempo encontramos a aquellos que son intuitivos, que tienen rapidez mental para preguntar y repreguntar, que se han formado en la escuela de la calle, que se han pasado de frío en un móvil o han hecho antesala en el pasillo de un ministerio para lograr la nota que les encargaron, pero se niegan a utilizar las nuevas tecnologías, a actualizar su lenguaje, que están reñidos a muerte con la ortografía y la sintaxis, que le escapan a toda modalidad de adquisición de nuevos conocimientos y que se ofenden ante la menor sugerencia de modificar un escrito o de mejorar su expresión oral.
El verdadero periodismo
Más allá de las polémicas y de la desconfianza con que unos y otros a veces nos miramos, unos y otros enriquecen la labor periodística y la dignifican cuando la ejercen honradamente. Porque más que de títulos o no títulos, de graduaciones universitarias o callejeras, el verdadero periodismo se nutre de la dignidad, la honradez y la búsqueda de la verdad.
Mario dos Santos Lopes
Director del semanario El Orden
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