El padre Juan Corti, conocido como el Cura Gaucho, falleció ayer a las 15:20 en la clínica del Valle donde se encontraba internado desde el 13 de octubre a raíz de padecer una insuficiencia renal. Tenía 88 años y sufrió un paro cardíaco. Desde anoche es velado en la catedral y hoy a las 19 será sepultado en el cementerio Oeste.
Jueves 28 de Noviembre de 2013
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A los años 88 el padre Juan Corti dejó la vida terrenal. Falleció uno de los símbolos de la historia de Comodoro Rivadavia y la Patagonia. Mientras la comunidad llora su partida, se decretaron tres días de duelo tanto en la ciudad como a nivel provincial.
El párroco, conocido por su trabajo a favor de los más humildes y su dedicación a la educación en los barrios marginales, murió ayer a las 15:20 en la Clínica del Valle donde permanecía internado desde el domingo 13 de octubre.
El informe clínico indica que el “Cura Gaucho” falleció producto de un paro cardíaco mientras era sometido a diálisis, producto de la insuficiencia renal que lo afectaba.
“El padre Juan Corti es lo más ejemplar que yo he podido ver. Llevaba casi siete semanas internado. Los mismos médicos han dicho que ha sido extraordinaria la fortaleza que ha tenido el padre con todas las enfermedades que llevaba encima: un corazón debilitado, un riñón que no funcionaba, un pulmón que realmente acumulaba agua”, describió su amigo José Antonio Goyenechea.
El hombre que acompañó cada obra que encaró Corti y que permaneció hasta las últimas horas a su lado agradeció “la dedicación de los médicos y las enfermeras con un cariño que nos han emocionado”.
MISIONERO Y EDUCADOR
Corti llegó a la Argentina desde Italia. Nació el 9 de octubre de 1925 en Galbiati. Fue uno de los cinco hijos de Jerónimo y María, un matrimonio de campesinos.
Su carrera religiosa comenzó en Montodine, el 16 de agosto de 1942 y luego continuó en Brescia. Allí estuvo cinco años y luego fue designado como misionero en Argentina, a donde llegó en 1948. Fue ordenado sacerdote el 24 de noviembre de 1952, en Córdoba.
Su vida en Europa no había sido fácil. Durante sus estudios Corti estuvo en el campo de concentración nazi de Buchenwald, de donde pudo escapar.
Cuando en 1952 el cura llegó a Comodoro Rivadavia, entonces los límites de la ciudad llegaban hasta la calle Alsina, mientras que la avenida San Martín no era ni sombra de lo que es en el siglo XXI.
Corti fue siempre un seguidor de la obra de Don Bosco, un santo italiano que lo guió a lo largo de toda su vida. Por eso, siempre quiso ayudar a los más pobres, e inculcarles la religión a través de la educación.
En sus primeros tiempos en esta ciudad, Corti impartió catequesis y matemáticas en el colegio salesiano Deán Funes. Sin embargo, su necesidad de ayudar lo llevó a los barrios más carenciados, donde los chicos antes de estudiar necesitaban comer.
Recolectando comida y ropa para los huérfanos y las familias más necesitadas comenzó su obra. Se inició con la creación de un oratorio y una capilla. Más tarde llegarían la construcción de escuelas de oficios y primarias, que aún hoy son una parte fundamental de la vida e historia comodorense.
ENTRE EL BARRO Y LOS CERROS
En su libro “Más fuerte que el fuego -vida y obra del Padre Juan Corti”, la escritora Angelina Covalschi repasa la vida y obra del cura. En la publicación la docente, afirma que Corti empezó con su obra en la calle Saavedra, en 1957, predicando en la calle. Los vecinos en ese entonces creían que se trataba de un “cura loco”. Sin embargo, luego vieron su trabajo.
Esto llevó a que el presidente del Club Tiro Federal, en lo que hoy es la parte alta del barrio Jorge Newbery, le cediera las instalaciones de lunes a viernes.
Corti llegó a educar allí a 360 chicos. Luego continuó su trabajo en la Iglesia María Auxiliadora del barrio 9 de Julio, la cual construyó, y posteriormente lo hizo en la galería del Colegio Santo Domingo Savio, mientras se levantaba la edificación de esa prestigiosa institución salesiana.
Hasta la llegada de Corti, Comodoro tenía dos escuelas salesianas y para la década del 70 el cura ya había logrado otras dos edificaciones, de las cinco que ha dejado como legado: Santo Domingo Savio, Ceferino Namuncurá, Juan XXIII, San Juan Bosco y Escuela Secundaria Técnica 1.726 San José Obrero.
Entre sus logros, Corti también gestionó para que el Colegio Santo Domingo Savio sea el primer colegio salesiano mixto del mundo. Sin embargo, antes de todo esto vino el oratorio “Angel Custodio” el cual estaba ubicado detrás del Tiro Federal. Es que para el “cura guacho” los materiales eran esenciales para la educación de los jóvenes.
Su obra trascendió fronteras. Por esta razón, cuando se cumplieron 50 años de su misión en Argentina, el papa Juan Pablo II le envió una carta reconociendo su trabajo con fecha 16 de junio de 1997. Sin embargo, su mayor reconocimiento a su trabajo derivó de una de las tristezas más grandes que vivió en su vida, el incendio de la escuela Juan XXIII, la cual construyó en el corazón del barrio San Martín, sobre la calle que lleva el mismo nombre, esquina Pensamiento.
Fue en la madrugada del 30 de marzo de 1995, cuando unos chicos incendiaron la escuela que había levantado en la década del 70. En ese momento albergaba a 960 alumnos. Pero todo quedó reducido a cenizas tras la destrucción de la oficina de Corti, el archivo, el despacho, la sala de maestras, las cinco aulas y las otras dos que eran utilizadas por los exploradores de Don Bosco.
La tragedia expuso el reconocimiento a su obra, llegando ayuda desde Italia, y diferentes partes del país, por supuesto también de empresarios de esta ciudad que ayudaron a volver a levantar la escuela símbolo del “Cura Gaucho”, donde vivió hasta sus últimos días previos a la internación.
SALUD COMPLICADA
La salud del padre Corti sufrió altibajos en los últimas tres décadas. En 1983 a los 58 años sufrió su primer infarto. Sin embargo, también sufría diabetes, presión arterial y desde el 13 de octubre último una insuficiencia respiratoria por una infección en el pulmón derecho.
Esta patología lo llevó a ser internado de urgencia en el Hospital Regional, desde donde luego fue trasladado a la Clínica del Valle. Allí el cura estuvo en terapia intensiva, terapia intermedia y sala común. Sin embargo, una nueva infección, esta vez en el pulmón izquierdo, obligó a trasladarlo nuevamente a la terapia intensiva, donde tuvo que ser intubado y sedado.
El panorama se complicó aún más con una insuficiencia renal. Fueron días complejos, en los que estuvo al cuidado de Marita Olveira, directora del colegio Juan XXIII y de José Antonio Goyenechea, miembro de la Fundación que lleva su nombre.
Al padre Corti le sobrevive su hermana Carla (82) quien vive en Italia, junto a sus sobrinas María y Somoni.
El párroco, conocido por su trabajo a favor de los más humildes y su dedicación a la educación en los barrios marginales, murió ayer a las 15:20 en la Clínica del Valle donde permanecía internado desde el domingo 13 de octubre.
El informe clínico indica que el “Cura Gaucho” falleció producto de un paro cardíaco mientras era sometido a diálisis, producto de la insuficiencia renal que lo afectaba.
“El padre Juan Corti es lo más ejemplar que yo he podido ver. Llevaba casi siete semanas internado. Los mismos médicos han dicho que ha sido extraordinaria la fortaleza que ha tenido el padre con todas las enfermedades que llevaba encima: un corazón debilitado, un riñón que no funcionaba, un pulmón que realmente acumulaba agua”, describió su amigo José Antonio Goyenechea.
El hombre que acompañó cada obra que encaró Corti y que permaneció hasta las últimas horas a su lado agradeció “la dedicación de los médicos y las enfermeras con un cariño que nos han emocionado”.
MISIONERO Y EDUCADOR
Corti llegó a la Argentina desde Italia. Nació el 9 de octubre de 1925 en Galbiati. Fue uno de los cinco hijos de Jerónimo y María, un matrimonio de campesinos.
Su carrera religiosa comenzó en Montodine, el 16 de agosto de 1942 y luego continuó en Brescia. Allí estuvo cinco años y luego fue designado como misionero en Argentina, a donde llegó en 1948. Fue ordenado sacerdote el 24 de noviembre de 1952, en Córdoba.
Su vida en Europa no había sido fácil. Durante sus estudios Corti estuvo en el campo de concentración nazi de Buchenwald, de donde pudo escapar.
Cuando en 1952 el cura llegó a Comodoro Rivadavia, entonces los límites de la ciudad llegaban hasta la calle Alsina, mientras que la avenida San Martín no era ni sombra de lo que es en el siglo XXI.
Corti fue siempre un seguidor de la obra de Don Bosco, un santo italiano que lo guió a lo largo de toda su vida. Por eso, siempre quiso ayudar a los más pobres, e inculcarles la religión a través de la educación.
En sus primeros tiempos en esta ciudad, Corti impartió catequesis y matemáticas en el colegio salesiano Deán Funes. Sin embargo, su necesidad de ayudar lo llevó a los barrios más carenciados, donde los chicos antes de estudiar necesitaban comer.
Recolectando comida y ropa para los huérfanos y las familias más necesitadas comenzó su obra. Se inició con la creación de un oratorio y una capilla. Más tarde llegarían la construcción de escuelas de oficios y primarias, que aún hoy son una parte fundamental de la vida e historia comodorense.
ENTRE EL BARRO Y LOS CERROS
En su libro “Más fuerte que el fuego -vida y obra del Padre Juan Corti”, la escritora Angelina Covalschi repasa la vida y obra del cura. En la publicación la docente, afirma que Corti empezó con su obra en la calle Saavedra, en 1957, predicando en la calle. Los vecinos en ese entonces creían que se trataba de un “cura loco”. Sin embargo, luego vieron su trabajo.
Esto llevó a que el presidente del Club Tiro Federal, en lo que hoy es la parte alta del barrio Jorge Newbery, le cediera las instalaciones de lunes a viernes.
Corti llegó a educar allí a 360 chicos. Luego continuó su trabajo en la Iglesia María Auxiliadora del barrio 9 de Julio, la cual construyó, y posteriormente lo hizo en la galería del Colegio Santo Domingo Savio, mientras se levantaba la edificación de esa prestigiosa institución salesiana.
Hasta la llegada de Corti, Comodoro tenía dos escuelas salesianas y para la década del 70 el cura ya había logrado otras dos edificaciones, de las cinco que ha dejado como legado: Santo Domingo Savio, Ceferino Namuncurá, Juan XXIII, San Juan Bosco y Escuela Secundaria Técnica 1.726 San José Obrero.
Entre sus logros, Corti también gestionó para que el Colegio Santo Domingo Savio sea el primer colegio salesiano mixto del mundo. Sin embargo, antes de todo esto vino el oratorio “Angel Custodio” el cual estaba ubicado detrás del Tiro Federal. Es que para el “cura guacho” los materiales eran esenciales para la educación de los jóvenes.
Su obra trascendió fronteras. Por esta razón, cuando se cumplieron 50 años de su misión en Argentina, el papa Juan Pablo II le envió una carta reconociendo su trabajo con fecha 16 de junio de 1997. Sin embargo, su mayor reconocimiento a su trabajo derivó de una de las tristezas más grandes que vivió en su vida, el incendio de la escuela Juan XXIII, la cual construyó en el corazón del barrio San Martín, sobre la calle que lleva el mismo nombre, esquina Pensamiento.
Fue en la madrugada del 30 de marzo de 1995, cuando unos chicos incendiaron la escuela que había levantado en la década del 70. En ese momento albergaba a 960 alumnos. Pero todo quedó reducido a cenizas tras la destrucción de la oficina de Corti, el archivo, el despacho, la sala de maestras, las cinco aulas y las otras dos que eran utilizadas por los exploradores de Don Bosco.
La tragedia expuso el reconocimiento a su obra, llegando ayuda desde Italia, y diferentes partes del país, por supuesto también de empresarios de esta ciudad que ayudaron a volver a levantar la escuela símbolo del “Cura Gaucho”, donde vivió hasta sus últimos días previos a la internación.
SALUD COMPLICADA
La salud del padre Corti sufrió altibajos en los últimas tres décadas. En 1983 a los 58 años sufrió su primer infarto. Sin embargo, también sufría diabetes, presión arterial y desde el 13 de octubre último una insuficiencia respiratoria por una infección en el pulmón derecho.
Esta patología lo llevó a ser internado de urgencia en el Hospital Regional, desde donde luego fue trasladado a la Clínica del Valle. Allí el cura estuvo en terapia intensiva, terapia intermedia y sala común. Sin embargo, una nueva infección, esta vez en el pulmón izquierdo, obligó a trasladarlo nuevamente a la terapia intensiva, donde tuvo que ser intubado y sedado.
El panorama se complicó aún más con una insuficiencia renal. Fueron días complejos, en los que estuvo al cuidado de Marita Olveira, directora del colegio Juan XXIII y de José Antonio Goyenechea, miembro de la Fundación que lleva su nombre.
Al padre Corti le sobrevive su hermana Carla (82) quien vive en Italia, junto a sus sobrinas María y Somoni.
DIARIO PATAGONICO
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