papeles sueltos
ACCIDENTES QUE NO SON
Cuatro chicos trepan hasta lo más alto del tanque ubicado en la plaza de la Terminal. Tienen entre seis y diez años. Otros lo hacen en los viejos tanques del ferrocarril.
Mucho más que cuatro son los que diariamente andan en bicicleta, en las calles céntricas, a contramano, sin respetar los semáforos, metidos entre los camiones, desafiando la ley de gravedad y las leyes más elementales de la vida.
Uno se pregunta si esos niños viven solos, si se autogobiernan, si alguno de sus mayores alguna vez verificará dónde están, si es más importante la novela, el casino o la tertulia vespertina que la vida y la salud de los hijos.
Y también piensa uno que si en estos casos llega a ocurrir un accidente, no será accidental, porque se podría evitar con un poco de conciencia y un poco de control.
VIENTO DESPIADADO
Los patagónicos de nacimiento y los adoptivos estamos acostumbrados al frío repentino en enero, a una nevada en diciembre y a treinta grados a comienzos de marzo. Inclusive hemos llegado a convivir durante meses con las cenizas volcánicas del Hudson, allá por 1991.
No nos asustan los días extremadamente cortos del invierno ni los amaneceres tempranísimos en el verano.
En estos últimos años, casi dejaron de impactarnos y asustarnos los truenos y los relámpagos, poco comunes en esta zona.
Pero lo que nunca podremos digerir, lo que siempre nos molestará, lo que parece eterno e insoportable cada vez que llega, es el fuerte e inevitable viento, especialmente cuando llega del oeste, con calor y tierra, y su molestísima insoportabilidad eternamente inoportuna.
Y sin embargo, algunos dicen que esos vientos poderosos son los que han hecho que nuestras raíces en esta tierra sean cada vez más firmes.
AUMENTOS Y AUMENTOS
Las tarifas de la energía eléctrica aumentaron notablemente en los últimos meses. Nadie avisó nada. En realidad, sí, pero después. La empresa estatal proveedora de este servicio público no advirtió que iban a subir los costos, para que los usuarios gastaran menos.
Comparando una factura del mismo mes de un año o dos atrás, cada uno puede sacar sus conclusiones.
El municipio triplicó las tarifas del natatorio. Aplicó de golpe aumentos que no se habían dado desde hacía varios años.
Telefónica cobra lo que quiere, y no hay mucho que hacer salvo pagar o renunciar al servicio telefónico.
Los combustibles son aumentados despiadadamente por las petroleras, aunque el petróleo baje de precio en todo el mundo
Y frente a todo esto, el consumidor, resignado, putea y paga.
Pero cuando las agencias de remís o el video cable aumentan la tarifa, volcamos en ellos toda nuestra bronca, como si no fueran parte de un perverso sistema inflacionario que el gobierno se obstina en negar.
ACHATARRADOS
La heladera de ese matrimonio de cincuenta años de casados les duró desde 1964 hasta hace cinco años. El televisor color que compraron en el 78 todavía funciona, aunque no tenga control remoto. La licuadora con el vaso de vidrio fue descartada para el día de la madre, cuando les regalaron una multiprocesadora. Todo venía con una garantía no escrita de larga duración, inclusive la pareja.
Hoy todo es descartable y provisional, como dice Serrat. El celular, la tele, la heladera. Hace un tiempo, un técnico nos decía: "quédense tranquilos, este lavarropas -nuevo- no les va a traer problemas durante un año".
La fabulosa computadora que uno compró hace tres años hoy es un cachivache con escasa memoria y cero velocidad. El celular que asombraba con sus fotos es un alfeñique del que se burlan nuestros hijos. Y nos vamos llenando de chatarra. Nosotros, que venimos de la época de las reparaciones y los inyeniere que arreglaban todo, guardamos monitores, teléfonos, scanners, teclados, cartuchos de tinta, radios, reproductores de cd, y a veces miramos con amor y nostalgia al viejo Winco que todavía, con su antiquísima púa, nos permite escuchar algún long play de Voltops o de PatoC.
Mario dos Santos Lopes
No hay comentarios:
Publicar un comentario