martes, 13 de agosto de 2013
SECUESTRO VIRTUAL FALLIDO
Viernes por la noche, eran aproximadamente las 23:30 horas cuando volvía de comprar comida. Mi hermana me pasa el teléfono de mi madre. Era una llamada de voz. Del otro lado un sujeto diciendo ser policía de caminera de la ciudad de Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz. Empieza explicándome que acababa de suceder un accidente en la ruta entre un colectivo, una camioneta 4x4 y dos vehículos más, del cual se encontraban 7 personas heridas y 1 fallecida. Continuó relatándome que extrajo del celular de uno de los accidentados el número al cual me hablaba, preguntándome si tenía o conocía algún familiar o quién podía ser, mostrando poca claridad en su interrogación. Todo esto me provocó un profundo malestar que se trasladó a mi entorno familiar. Pasé a contarle que el número, característica del sur, lo usa mi madre aquí en Monte Quemado (antiguamente era de mi propiedad), también que tengo un hermano viviendo allí pero que ahora está en Buenos Aires con su mujer que dio a luz hace varios días. Luego me identifiqué yo y le dije el nombre y edad de mi hermano.
Obtenidos los datos, el “policía” agregó otras cosas que no alcancé a escuchar bien porque se cortó la comunicación. Sin perder tiempo me comuniqué con mi hermano (23:42hs.), dos primos y un amigo residentes en Puerto Deseado y les relaté sobre “el accidente”. Los mismos no sabían nada. Uno de ellos se tomó el trabajo de acudir a la comisaría local y otro llamó al jefe. Como resultado: el departamento policial desconocía el accidente en la zona e hicieron las averiguaciones correspondientes hasta estar seguros.
Aquí comienza la intriga, la duda, y se barajan las diferentes hipótesis. Surge el planteamiento sobre una movida delictiva que está muy de moda en nuestro país y en diferentes países de América; “El Secuestro Virtual”. En este caso un secuestro virtual “fallido”, un “intento fallido”, o como mejor se le pueda llamar. ¿Por qué fallido? Porque en primer lugar, la persona a la cual intentaban hacer pasar como víctima del accidente para luego pasarla como secuestrada, al proporcionarle todos sus datos, era mi hermano y se encontraba en Buenos Aires. En segundo lugar, porque la persona a quien intentarían “chantajear” para sacarle dinero, era yo, y me encontraba a casi 3.500 kilómetros de distancia y de la escena del delito amenazante. Sino entonces; ¿para qué esa persona, ese “policía” continuaría hablando conmigo? ¿Por qué cortó la comunicación?
La “caza al vuelo” fracasó y yo sin dejar de agradecer a Dios y a la fortuna me encuentro leyendo información sobre los diferentes tipos de secuestros virtuales, como lo debería hacer cualquier lector de esta nota, profundizando en una modalidad delictiva instalada hace tiempo en la Argentina y varios países de América.
Fernando Ferreyra
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