DEMOCRACIA GOLPEADA
Este miércoles se cumple un cuarto de siglo de uno de los sucesos que movilizó y politizó nuevamente a millones de jóvenes en nuestra Argentina. Ya hemos comentado aquí el fenómeno especial que vivió Puerto Deseado cuando el accionar conjunto de un intendente radical (Gómez Wilson), un gobernador peronista (Puricelli) y un presidente radical (Alfonsín) se pusieron las pilas (frase que no existía por aquellos años) y lograron una donación japonesa de veinte millones de dólares para ampliar el puerto, y la gran decisión, postergada durante más de dos décadas, de construir el gasoducto a esta ciudad.
El pasado treinta de octubre, aniversario de aquellas elecciones que permitieron que el pueblo elija a sus representantes y remueve sin piedad a los que ya no lo representan, no hubo ningún acto recordatorio. Tan alicaído está el radicalismo, que se ha quedado sin representación en el concejo deliberante, y tan fraccionado y enfrentado está el oficialismo justicialista, que sólo se escuchó un par de tibios comunicados formales, de esos que llevan a bajar por un par de minutos el volumen de la radio.
Sin embargo, uno de los eternos luchadores del más que centenario partido, Darío Almirón, ha convocado a un foro en el que varios dirigentes de pelajes diversos plantearán su visión sobre este tiempo democrático de los argentinos y los santacruceños.
El firmante de esta nota ha sido invitado para aportar una visión de los años de democracia desde su actividad periodística, y se encuentra desorientado. Elijo para este párrafo el estilo maradoniano de la tercera persona, para evitar el "yoísmo" de tanto dirigente y tanto periodista que citan permanentemente sus propias frases: "como yo siempre digo"...
¿Qué se puede decir en un foro sobre la democracia? Las obviedades deberían estar prohibidas y castigadas con severas multas. Entonces el firmante de esta nota comienza a buscarle la quinta pata al gato y solicita algunas licencias. Entre ellas, que nadie se ofenda por nuestras críticas al sistema. Se pueden puntualizar diferencias sin ser "facho", ni "gorila", ni "montonero", ni estar promoviendo el regreso de fantasmas del pasado. Aclarado esto, el firmante reflexiona:
- Qué grata nostalgia nos viene cuando recordamos aquel noviembre del 83... éramos mucho más jóvenes que ahora, y creíamos que con la democracia se curaba, se enseñaba y se educaba, y que todos los que estaban ahí tenían toda la vocación de servicio que predicaban desde sus púlpitos laicos.
- Qué congoja vivimos cuando descubrimos que el sistema no era perfecto, que había pollos de Mazzorín, rebeliones de Rico, hiperinflaciones, Cavallos, Amiras, y tanto advenedizo que cambió rápidamente de camiseta para usar la nueva marca y hacer con la democracia los mismos negocios que hacían con los gobiernos militares.
- Qué satisfacción -más allá de que fuera o no nuestro predilecto- la de ver a un presidente, un gobernador, un intendente, entregándole el mando a otro, al que eligió la mayoría de los votantes. Y saber que, dentro de un tiempo, otro vendrá para que el actual le entregue la posta. Y que será elegido por nosotros.
- Qué decepción cuando aquellos que elegimos designan amigos poco recomendables para ocupar cargos desde los que, tal vez, desmerecerán todas las buenas intenciones proclamadas por el candidato de pueblo en pueblo, durante su campaña electoral. Y más decepcionante es saber que el otrora candidato no puede desprenderse de quienes lo sostuvieron y lo sostienen.
- Qué maravilloso entusiasmo se vive en unidades básicas, comités, ateneos y tantos locales partidarios que revolucionan el mercado inmobiliario cada cuatro años. Surgen ideas e idealistas, proyectos e ilusiones, que en muchos casos terminan plasmándose en realidades. Ojalá ese movimiento incansable se prolongara durante todo el año, en cada pueblo y en cada ciudad, y en el país, poniendo toda esa energía electoral al servicio de las "efectividades conducentes" de las que hablaba Yrigoyen.
El firmante ama este maravilloso sistema que permite el recambio, que obliga al recambio, que tiene graves deudas de enjuiciamiento de quienes le han fallado a Dios y a la Patria, que parecen demandarles demasiado poco. Inclusive, el firmante ha estado afiliado a varios partidos políticos, según sus sucesivos entusiasmos de diversas épocas, y ha participado en algunas listas electorales. Opinar todos los días por diversos medios públicos y generar debates sobre temas trascendentes es una forma de fortalecer un sistema que se nutre de la discrepancia y de la búsqueda de consensos.
Pero este foro se va a realizar en Puerto Deseado, y eso le confiere algunas connotaciones muy particulares. Hace una semana, nuestros políticos fueron noticia, y no por discutir una política turística, pesquera, habitacional o ganadera. Por agraviantes cuestiones personales se golpearon en público, y en un recinto donde había tres micrófonos para discutir sus diferencias. La emisora, donde fui testigo y árbitro de la contienda, se encuentra a tres cuadras del municipio, que podría haber sido un excelente ámbito para que el diputado nacional Arturo Rodríguez y el presidente del concejo deliberante, Jorge Navarro, dirimieran, con el intendente Luis Ampuero, cada punto que los lleva a estos enfrentamientos. Y, ya que de geografía local hablamos, la radio está a tres cuadras del Juzgado de primera instancia, donde seguramente podrían exponerse todas las denuncias mediáticas, con las pruebas correspondientes, delante del fiscal de turno. Las disculpas públicas de los actores no terminaron con el conflicto, como puede percibirse en cada lugar donde se habla del tema. La democracia, al menos en Puerto Deseado, ha quedado golpeada. A tal punto que mereció una intervención del gobernador Peralta, que tal vez tenga la delicada misión de ser el mediador calificado y respetado en un conflicto tan grave. Tanto, que en el foro al que el firmante ha sido invitado, seguramente no estarán ni el diputado nacional Rodríguez ni el concejal Navarro, dos funcionarios de la democracia, elegidos por su pueblo. Algo está fallando, si hemos cambiado los golpes a la democracia por la democracia a los golpes.
Mario dos Santos Lopes
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