Pasadas las ocho de la noche del domingo llegaba Emiliano Brancciari al lugar donde iba a ser su primera presentación la banda que lidera desde el el año 1994. Poco antes de iniciar una demorada prueba de sonido para un show que iba a comenzar con dos horas de retraso.
Poco le importó al público deseadense esta demora ya que estaban preparados para vivir lo que posteriormente sería una noche memorable que quedará grabada por mucho tiempo en la memoria de aquellos jóvenes enfervorizados que se deleitaron con una presentación fabulosa.
A las diez y veinte de la noche comenzaron su show, con un público sentado en cada una de la totalidad de las descuidadas butacas de las que dispone el Cine Teatro Español. Cinco minutos duró la pasividad. Poco tardó la banda en conquistar la fría noche. A la segunda canción, una invasión de jovenes-adolescentes que se hicieron dueños de lo que sería el ring side del escenario comenzaron a bailar, a saltar y a corear cada una de las canciones. Si algo se les puede achacar es que producto de lo atrasada de la prueba de sonido, no hubo tiempo para ajustar todos los detalles. Hubo una deficiencia en el sonido. Con problemas en algunos instrumentos debido a la baja tensión. Pero nada los detuvo.
Rock, reggae y murga conformaron un repertorio que a cada momento provocaba más de un suspiro en un público poco acostumbrado este tipo de espectáculos. Los integrantes de la banda intentaron a cada momento contagiar a cada uno de los presentes con la alegría y el baile presentes en cada una de las letras, en cada uno de los acordes. Quizás el momento de mayor algarabía se dio sobre el final del show, con No era cierto, uno de las canciones emblemas de esta ascendente banda uruguaya que a fuerza de constancia y humildad supo ganarse la corona que hoy puede darse el lujo de lucir, esa que los distingue como la segunda banda más convocante de aquel paísen la Argentina (y en el propio Uruguay), detrás de La Vela Puerca.
Quedó el momento de la despedida, primero amagada y después concretada. El camino más largo y la ya mencionada No era cierto iban a ser las últimas joyas que nos iban a regalar. Y se fueron, con el deseo que sonó a promesa de que algún día volverán. Para multiplicar esa pasión que sorprendentemente les pudo brindar el público local.
Yony Ferreyra
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