Después de una semana, los deseadenses seguimos con el estupor de la horrenda noticia del domingo. En esa madrugada fueron asesinados con un cuchillo de cocina, en su domicilio la joven Verónica Fernández, de 21 años y su bebé Matheo, de 4 meses. Cuesta entender que el ser humano descienda a tales niveles de crueldad. El único imputado en la causa es Hernán Almirón, de 18 años, padre del niño. Entre la ira, las preguntas sin respuesta, y un sepelio que manifestó la profunda congoja de varios centenares de personas, se ha iniciado la firma de un petitorio al juez Oldemar Villa requiriendo que Almirón sea trasladado a una cárcel en otra ciudad y que se dé rápido trámite al juicio oral, evitando las largas dilaciones e irregularidades en las que a veces incurre nuestro sistema judicial.
Mientras una multitud autoconvocada se encontraba frente a la comisaría local, Daniel Fernández y Mónica Vargas, padres de la joven asesinada, se reunieron con el comisario. Tras ello, y en medio de escenas de llanto y fuertes insultos al asesino por parte de los presentes, el padre de la víctima recordó que «el domingo a las 11 de la mañana fuimos, con mi señora, porque no contestaba los mensajes de texto, y los encontré muertos a los dos, acuchillados por un asesino que está guardado acá adentro, y espero que nuestra justicia terrenal pueda actuar... Yo no quería marchas, porque todos los días veo como todos ustedes, marchas en todos los lugares del país, y me pregunto si están sirviendo para algo o no... Hoy, que los veo a todos juntos acá, me doy cuenta que puede servir para algo, pero no para pedir la muerte de nadie, para que nosotros aprendamos a amarnos, hoy me animé a hablar y lo hago por Matheo con h, que él no podía hablar, no le dieron el tiempo de sus años para que pueda hablar, pero yo sí puedo hablar... Yo tengo un arma en mi casa, lo sabe el comisario Ayuso, porque practico tiro al blanco... El arma la voy a usar para defender a mi familia, nada más... No podemos buscar nuestra venganza».
En ese contexto pidió «a algunos amigos de mis hijos que por ahí tengan la loca idea de hacer algo... no es la solución... el dormitorio de mi hija estaba lleno de sangre, no quiero más sangre en Puerto Deseado, lo que sí quiero es que esta gente se vaya... no quiero tener gente así en mi pueblo». «Yo tengo una 9 mm, tengo un rifle en mi casa, pero no voy a matar a nadie, la tengo en mi poder para defender a mi familia, como lo marca la ley», insistió. A punto de quebrarse pero con una firmeza notable, Daniel Fernández dijo: «no quiero más patotas, que andan atacando a nuestros hijos, cortándolos, porque la policía lamentablemente no puede hacer nada, porque son menores, entran por una puerta y salen por la otra...».
«Yo quiero que Puerto Deseado esté sin patotas... basta de estos delincuentes menores de edad que lastiman a nuestros hijos... hasta ahora no mataron a nadie, pero cortaron a un chico... ¿qué vamos a hacer? esperar que maten a alguno? Hay que legislar para que la justicia cambie. La ley es clara, la jurisprudencia es clara, pero hay jueces que no actúan de la misma forma, que no se ponen la mano en el corazón y leen ese papel frío que me da derecho a mí a estar armado, pero también me da derecho a dar vida... Yo prefiero dar vida, pero quiero que ellos, que son los responsables de implementar la justicia terrenal, ellos son los que tienen que cambiar», sentenció.
Más adelante subrayó que «lo único que pido es que cambie la justicia; lo económico lo podemos arreglar, pero necesitamos la justicia, la justicia tiene que servir». «Con el amor y con que este pueblo se siga levantando lo vamos a lograr», enfatizó con notable dolor en su voz.
«Quiero que Verónica y Matheo con h, como decía mi hija, sean el inicio... a ellos los asesinaron, con un cuchillo los masacraron; luchemos para que eso no vuelva a suceder; inculquémosles a nuestros hijos que la venganza no es buena, pero también necesitamos, y yo necesito como padre, que la justicia nos dé una luz; no quiero que ese delincuente salga, porque si sale va a matar a alguien más... quiero que lo tengan ahí toda la vida, para que no haya otro Matheo, para que no haya otra Verónica».
Daniel Fernández volvió a conmover cuando dijo: «todo el odio que yo tengo hoy lo quiero transformar en amor» pidiendo que «miren a sus seres queridos, que no les falte nada, pero no monetario, no material... mi hija se estaba haciendo su casa, y no le sirvió de nada, pero dejó algo muy grande: el amor que veo que muchos le tenían, gente que la quería mucho, porque nunca le hizo daño a nadie».
Sobre el final insistió en su reclamo de «no tomar venganza». «Si la justicia no hace nada, nosotros vamos a hacer algo por la justicia, y vamos a tener que pedir a nuestros políticos que le den más libertad a la policía, que puedan actuar, que los delincuentes son menores igual, son delincuentes, por ahí la culpa la tiene la familia que los está criando y amparando en muchas ocasiones», subrayó. «Díganle todos los días a sus hijos, a sus vecinos, que los quieren, tratemos de unirnos porque, como dijo el general Perón, el pueblo unido jamás será vencido», finalizó, con un aplauso cerrado de más de cuatrocientas personas, que se habían citado durante la tarde mediante una cadena de mensajes de texto.
(Colaboración de Angel Nahuelpan Figueroa para EL ORDEN)
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