EL ORDEN DIGITAL

martes, 25 de febrero de 2014

RECONOCIMIENTO DE LA SOCIEDAD RURAL AL VETERINARIO JULIO GIACOMINI

Podríamos decir que es maestro normal  y casi nadie sabría de quién estamos hablando. Podríamos decir que es veterinario y algunos acertarían. Pero si decimos que sostuvo una lucha incansable contra la sarna y la ganó, a nadie le quedarían dudas.
Julio Giacomini llegó a Deseado en abril del 82 como parte de un convenio entre el Consejo Agrario y Senasa que contaba con el apoyo de la Sociedad Rural. Había pasado antes por la zona pero… filmando películas sobre ovinos para su cátedra de la universidad.
Por aquellos años hablar de sarna era hablar de un flagelo incontrolable y temido por todos los ganaderos. 1 de cada 3 establecimientos tenía sarna y corría el riesgo de ser clausurado… con todos los daños económicos que eso implicaba. No había soluciones, ni planes de apoyo. Sólo se esperaba que no cayera la inspección en el campo.
Una nueva mirada sobre el problema, una mirada que tomaba en cuenta al ganadero y también al hombre de campo comenzó a poner luz sobre la problemática.
 La oficina del Senasa funcionaba dentro de la Sociedad Rural y paratécnicos, distintos funcionarios ruralistas y él unieron fuerzas, entusiasmo y sobre todo mucho trabajo para empezar.
Al principio no fue fácil… como siempre, pero después de recorrer incontables estancias con la Dodge o la citronetta comenzaron a mirarlo con otros ojos y a confiar en que la sarna podía desaparecer.
“El equipo es primordial”, afirma con vehemencia. “De qué me sirve el mejor medicamento si no tengo un equipo de trabajo que DESEE alcanzar el objetivo”
“Con los distintos dirigentes de la rural y los paratécnicos trabajamos entre todos, con buena voluntad, sin pensar en uno mismo, entusiasmados con el objetivo. Nos organizamos para proteger la zona porque lo importante es apostar al pueblo en que vivimos. Por eso con muchos de ellos aún hoy somos amigos”
Historias hay cientas… algunas cuentas que viajaban con los recados, todos apretados en la citronetta hasta que no dio más y se le partió el chasis allá lejos por estancia Las Lomas.
Hacían de todo: iban al campo, rodeaban, revisaban, bañaban, cenaban con el mensual y volvían cada tanto al pueblo a buscar ropa limpia.
Y él, además, escuchaba y aprendía para conocer la realidad del campo patagónico. Su lema era “escuchar más y hablar menos”.
Cuando llegó el fin del año 82 sólo quedaba una estancia clausurada en la zona. La sarna estaba erradicada. Pero vinieron otros objetivos: se agregó la zona del bosque petrificado y se acotó el presupuesto.
Por supuesto eso no los detuvo y en 1985 ambas zonas estaban libres de sarna.
Hubo algunos brotes menores pero la conciencia generada en los ganaderos hizo que se autodenunciaran y pudieran controlarlos a tiempo.
Fue allí que hubo tiempo para otros numerosos proyectos: un programa de radio sobre sanidad animal que se llamaba NUESTRO CAMPO, una revista publicada para las ferias, el proyecto Tellier, la escuela de esquiladores y hasta formar parte de la comisión que viajó a Buenos Aires a buscar soluciones en la época de la ceniza.
De su labor le quedaron muchas enseñanzas, que a su vez él ofrece a otros: “Para aplicar las normas hay que ser honesto y parejo”, “Las normas no pueden ir en contra del mismo objetivo”.
Pero una es más importante que el resto:  “La mejor fórmula del éxito es desear profundamente algo y llevarlo adelante en equipo “
Este espíritu es el que hace que hoy, después de 32 años en senasa y trabajando codo a codo con esta sociedad rural, querramos reconocerle su labor, su pasión por lo que hace y su inquebrantable convicción para con sus principios.

Reconocimiento a Julio Giacomini en la Sociedad Rural de Puerto Deseado, 15-2-2014

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