NI HUEVAZOS NI OBSECUENCIA... UN POCO DE JUSTICIA Y UN POCO DE PAZ
Estos son días críticos en Santa Cruz, y así como vivimos la excitación de noticias y versiones que se enciman y se contraponen, necesitamos algún minuto para reflexionar un poco.
Quienes pensamos distinto que los autócratas que gobiernan Santa Cruz ya sabemos cómo son y cómo se conducen. Ya sabemos que son obedientes con el de arriba y brutos con el de abajo. Ya sabemos, hace mucho tiempo, que no se bancan ni la menor crítica, que hablan siempre como ungidos por algún espíritu de sabiduría que los torna infalibles e indiscutibles, que sólo hablan con aquellos periodistas que les dicen lo bellos e inteligentes que son.
Dan pena. Dan bronca. Algunos incluso dan asco.
Tiranos soberbios que no han leído historia, ni nada, creen que van a vivir para siempre o que van a tener el poder para siempre. Y cuentan con un penoso coro de aduladores que se borrarán olímpicamente cuando los tiranejos de hoy se queden sin el poder.
Para autoadularse hasta publican su propio diario, que los halaga y los pinta como semidioses. Triste, muy triste, muy ridículo.
Frente a ellos se plantan miles de mansos ciudadanos que prefieren vivir en paz a estar pasando frío y corriendo riesgos y perdiendo plata en manifestaciones, marchas y protestas. Ellos, los poderosos, atribuyen todo esto a un complot de políticos opositores un poco perversos, un poco estúpidos, un poco peligrosos porque les pueden arrebatar los privilegios que hoy disfrutan.
Y en medio de todo esto, quienes compartimos el reclamo sin pertenecer a ninguna fuerza política advertimos que no todos quieren encontrar una solución. Pareciera que algunos grupos quieren volver a provocar situaciones violentas que no les sirven ni a los maestros ni al gobierno ni a doscientos mil santacruceños que queremos volver, después de una respuesta justa y razonable, a nuestra "aburrida" rutina de convivencia entre vecinos que todavía se conocen.
Muchos fuimos los que no compartimos la actitud de los diputados del Frente para la Victoria, y lo hemos manifestado en nuestros medios orales y escritos. Pero también nos permitimos disentir con el apriete a los legisladores que se expresaron en el recinto, acorralándolos dentro de la Cámara durante varias horas. Y nos cuesta aceptar que el castigo para ellos hayan sido "huevazos y escupitajos". Eso no habla bien de nosotros, y si hubo docentes en esa actitud, habría que enviarlos de nuevo al instituto donde les dieron el título para que revaliden "Buenas costumbres y cortesía".
Las protestas ruidosas, las marchas, los bocinazos, las batucadas, las manifestaciones frente a edificios públicos, las carpas blancas, las medidas de fuerza, los cacerolazos, las críticas orales y escritas en los medios libres de comunicación forman parte de un arsenal de recursos legítimos y legales que se utilizan habitualmente en nuestro país y en otros países del mundo. Pero el ultraje no. Los huevazos arrojadas a una jueza no sirven para cambiar ninguna realidad. Parecen, más bien, una bravuconada provocadora que busca la represión.
Con respecto a los señores diputados, la democracia nos provee de un arma mucho más poderosa que un huevazo o una trompada: los votos. Sepultar con boletas opositoras a quienes nos defraudan es el recurso con el que cuentan por igual pobres y ricos. Esa alternancia en el poder es fundamental para el fortalecimiento de la democracia. Combatir con violencia las actitudes violentas del gobierno puede conducir a nuevas muertes o a desacreditar los legítimos reclamos de quienes se movilizan en paz, por miles, en toda la provincia. Gandhi lo sabía, y con la no violencia logró liberar a su pueblo del imperio británico, un poco más poderoso que Sancho, la abanderada Fortsmann y este grupito de seudopolíticos que se perdió la oportunidad del siglo de hacer algo que valga la pena en la provincia del presidente.
Algunos de nosotros leemos todas las mañanas Opisantacruz para sentir que estamos casi en Irak, y luego leemos El Periódico Austral para imaginar que Sancha Cruz es más que Disneylandia. Y después releemos al papa Pablo VI, que dijo alguna vez: "la paz es posible, y si la paz es posible, es un deber". Ni violencia de arriba, ni violencia de abajo. Ni decretazos ni huevazos. ¿Será posible?
Mario dos Santos Lopes
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