EL ORDEN DIGITAL

viernes, 20 de abril de 2007

SANCHO, LOS CONSEJOS Y EL FRACASO

SANCHO DESPUES DE SU FRACASO
"Me subí sobre las torres de la ambición y la soberbia"

Sancho escribe a Teresa Panza: «De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo», II.36.14.

"después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos". (II, 53, 811)

Quédense en esta caballeriza las alas de la hormiga, que me levantaron en el aire para que me comiesen vencejos y otros pájaros, y volvámonos a andar por el suelo con pie llano… (Ibid., 812)

Consejos de Don Quijote a Sancho cuando iba a ser gobernador
“Nunca te guíes por la ley del encaje (la arbitrariedad) … Procura descubrir la verdad por entre la promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre”.

No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería.
Iréis vestido parte de letrado y parte de capitán, porque en la ínsula que os doy tanto son menester las armas como las letras y las letras, como las armas.
En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quienes su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuesen uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero.

“…y tú, antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te ves premiado de tus deseos. Otros cosechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin saber cómo ni cómo no se halla en el cargo… Tú, (Sancho), que para mí, sin duda alguna, eres un porro, (un necio), sin madrugar ni trasnochar, y sin hacer diligencia alguna…te ves gobernador de una ínsula, como quien no dice nada”.
“Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. De conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse al buey”
“Nunca te guíes por la ley del encaje (la arbitrariedad) … Procura descubrir la verdad por entre la promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre”.
“Si una mujer hermosa viene a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que te pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros”. Sabio consejo.

Finalmente, “Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus predios colmados; tu felicidad, indecible…y… vivirás en paz y beneplácito de las gentes... Esto que hasta aquí te he dicho -remataría, el Ingenioso Hidalgo- son documentos (enseñanzas y consejos) que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo”.
“Y dejemos esto hasta aquí, Sancho; que si mal gobernares, tuya será la culpa, y mía la vergüenza”.
capítulo 52

-Señor -respondió Sancho-, bien veo que todo cuanto vuestra merced me ha
dicho son cosas buenas, santas y provechosas, pero ¿de qué han de servir,
si de ninguna me acuerdo? Verdad sea que aquello de no dejarme crecer las
uñas y de casarme otra vez, si se ofreciere, no se me pasará del magín,
pero esotros badulaques y enredos y revoltillos, no se me acuerda ni
acordará más dellos que de las nubes de antaño, y así, será menester que se
me den por escrito, que, puesto que no sé leer ni escribir, yo se los daré
a mi confesor para que me los encaje y recapacite cuando fuere menester.

-¡Ah, pecador de mí -respondió don Quijote-, y qué mal parece en los
gobernadores el no saber leer ni escribir!; porque has de saber, ¡oh
Sancho!, que no saber un hombre leer, o ser zurdo, arguye una de dos cosas:
o que fue hijo de padres demasiado de humildes y bajos, o él tan travieso
y malo que no pudo entrar en el buen uso ni la buena doctrina. Gran falta
es la que llevas contigo, y así, querría que aprendieses a firmar siquiera.

-Bien sé firmar mi nombre -respondió Sancho-, que cuando fui prioste en mi
lugar, aprendí a hacer unas letras como de marca de fardo, que decían que
decía mi nombre; cuanto más, que fingiré que tengo tullida la mano derecha,
y haré que firme otro por mí; que para todo hay remedio, si no es para la
muerte; y, teniendo yo el mando y el palo, haré lo que quisiere; cuanto
más, que el que tiene el padre alcalde... Y, siendo yo gobernador, que es
más que ser alcalde, ¡llegaos, que la dejan ver! No, sino popen y
calóñenme, que vendrán por lana y volverán trasquilados; y a quien Dios
quiere bien, la casa le sabe; y las necedades del rico por sentencias pasan
en el mundo; y, siéndolo yo, siendo gobernador y juntamente liberal, como
lo pienso ser, no habrá falta que se me parezca. No, sino haceos miel, y
paparos han moscas; tanto vales cuanto tienes, decía una mi agüela, y del
hombre arraigado no te verás vengado.

-¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! -dijo a esta sazón don Quijote-.
¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes! Una hora ha que los
estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormento. Yo te aseguro
que estos refranes te han de llevar un día a la horca; por ellos te han de
quitar el gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos comunidades.

Capítulo 53 de "Don Quijote de la Mancha", por Miguel de Cervantes Saavedra

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