La octava luna y el regreso con gloria de La Sole
Cosquín tiene esa magia de la
cual gozan algunas pocas ciudades. Durante nueve noches, las lunas iluminan los
días y se duerme solo lo necesario para recuperar las energías que se precisa
para recibir, dar la bienvenida y hacer sentir como en su casa a los miles de
turistas que colman sus calles con el afán de disfrutar del festival de la
ciudad capital del folklore por excelencia.
El festival es la parte más
importante del reencuentro de todos aquellos que quieren forjarse un futuro
dentro de la música folklórica argentina, pero muy lejos está de ser la única.
En las calles que circundan a la famosa plaza Próspero Molina, decenas de peñas
abren sus puertas para dar cabida al público que se llega hasta ellas con el
fin de comer un buen plato de locro aunque el termómetro marque cuarenta
grados, mientras se puede apreciar de buenos grupos que luchan para mantener
vivas nuestras raíces argentinas por medio del canto o aparecen otros, bailando
la música autóctona de nuestra patria.
Por donde se camine, en Cosquín
se respira y vive la argentinidad más absoluta. La famosa calle San Martín
atraviesa la ciudad con decenas de negocios con comida, música, artículos
regionales u otros que hacen alusión al folklore.
La gente de Cosquín, acostumbrada
al turismo, vive de él pero sin vivirlo, y se encuentra en sus calles esa buena
gente de los pueblos donde se puede “calentar agua” o encontrar un cartelito
con la leyenda “cuido bolsos”, con la plena seguridad que solo dan los lugares
como esos, donde la palabra todavía guarda valor.
Y fue aquí, en este templo
absoluto del folklore llamado Cosquín, en la octava noche del festival, donde
hizo su reaparición Soledad “La Sole” Pastorutti, luego de haber estado ausente en el 2013 a raíz de su segundo embarazo.
El pasado sábado, en esa plaza
donde revoleó el poncho por primera vez, comenzando así una carrera que cada
vez se va asentando más y proyectándose a nivel internacional, el pasado
sábado, decía, la Sole cumplió la mayoría de edad con la música, dieciocho años
de trayectoria que se festejaron con la presencia del Ballet Argentino en una
muestra coreográfica de alto vuelo, para dar comienzo al show que, a todas
luces, fue preparado con sumo cuidado para esta ocasión, consciente que las
miradas iban a estar pendientes de la nueva aparición de la cantante.
Con un recorrido por canciones de
sus primeros álbumes y la inclusión de nuevo repertorio, ya que siempre quiere
sorprender, Soledad se mantiene cambiante para estar acorde a los tiempos, pero inalterable en la esencia que el público
vio en ella un 1° de febrero de hace exactamente dieciocho años.
Las pilchas gauchas y su música
se encuentran vivas como el primer día… o como la primera noche.
Andrea Lopes.
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