El responsable de la Parroquia Nuestra Señora de la Guardia, José María Domenech, dijo que "es lindo ver personas que se acercan al Señor". "A mí me preocupa que la gente se encuentre con Dios y no que la iglesia esté llena, pero si está llena, los que están ahí al menos tienen la oportunidad de encontrar a Dios, y eso ya da una alegría porque hay una apertura que hay que celebrar".
"Cuanto más Puerto Deseado acepte que el Señor esté en casa y no en el desván, como lo tiene ahora, mejor le irá a Puerto Deseado. Habrá más paz, habrá menos droga, menos delincuentes", dijo, aclarando que "no me refiero a los delincuentes que venden droga en chiquitito, sino a los verdaderos delincuentes de cuello limpio y de plata en el banco... esos son los verdaderos delincuentes de Puerto Deseado, esos que destruyen otras vidas y que tienen en el banco la muerte de otros".
Indignado
Agregó que "lo que ellos no saben es que cuando se mueran, se encontrarán con el Dios de la Vida, que les preguntará: '¿qué has hecho con mis hijos, que les has destrozado la vida?' y no tendrán más remedio que decir: 'he sido un desgraciado, hijo de una madre muy santa, pero yo he sido un desgraciado' y Dios quiera que los hijos no caigan también en el vicio de su padre".
El religioso manifestó su indignación insistiendo: "cada vez que veo a gente desgraciada, que destruye a otros y encima se presenta como buena gente, me pregunto: ¿a estos pobres hombres, quién les dice "asesino, ladrón", en su cara, y que todo ese dinero es prepotente, es robado a la vida de otros... vender droga es ser un delincuente, aunque después tengas negocios en los que lavas el dinero, y quién te ayude a lavar ese dinero es tan delincuente como tú".
Salvación
En su mensaje semanal a través de los medios de Puerto Deseado, el parroco Domenech recordó el sentido de la Navidad al subrayar que "Jesús vino a vivir nuestra vida para salvarnos, y ¿salvarnos de qué? si estamos con los ojos abiertos veremos toda la injusticia y la prepotencia que genera nuestra soberbia y nuestro egoísmo, todo que genera la codicia y el crimen, toda la injusticia, abuso y muerte que genera el individualismo y la falsedad en presentarse como bueno y no ser bueno, hacer cosas buenas pero con el interés del prestigio, de sacar votos, de que no se note lo desgraciado que soy".
"Vivamos en disponibilidad a lo que Dios nos pide y seremos felices; ¿queremos ser felices? Dios también lo quiere... por nuestros caminos no vamos a ser felices, por los suyos sí", finalizó.
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