Los
obispos de la región patagónica dieron a conocer su mensaje navideño en
el que hicieron referencia a la desigualdad social, la concentración de
poder económico y su impacto en la calidad de vida de los habitantes de
las tierras del sur y los recursos naturales.
Martes 17 de Diciembre de 2013
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“Frente
al anhelo de una economía equitativa y solidaria, cuántas desigualdades
e injusticia se instalan como si fueran ‘normales’ por sueldos
desmesurados para algunos y ‘migajas’ para muchos, por la multiplicidad
de trabajos precarios, por el mal empleo y enajenación corrupta de los
bienes públicos”, sostienen los obispos patagónicos en su mensaje
navideño.
El documento lleva las firmas de Virginio Bressanelli, obispo de Neuquén; Marcelo Cuenca, del Alto Valle de Río Negro; Juan José Chaparro, de San Carlos de Bariloche; Miguel Angel D’Annibale, de Río Gallegos; Joaquín Gimeno Lahoz, de Comodoro Rivadavia; y Esteban M. Laxague, de Viedma.
También lo rubricaron José Slaby, de la Prelatura de Esquel; Miguel E. Hesayne, obispo emérito de Viedma; Marcelo A. Melani, obispo emérito de Neuquén; Néstor H. Navarro y José Pedro Pozzi, obispos eméritos de Alto Valle del Río Negro.
En el documento en cuestión se expresa que “frente a la aspiración profunda de una convivencia social pacífica se alimenta la violencia por la falta de igualdad de posibilidades. Piénsese en ausencia de oportunidades laborales, de vivienda, de salud, por silenciarse reclamos justos reiterados, por el drama de la droga que por intereses económicos y ausencia de compromiso socio-político se multiplica diariamente”.
Asimismo se refirieron a los intereses económicos concentrados desmesurados que “hacen que muchos vivan en gran precariedad, y el futuro de la Patagonia como ‘casa de todos’ quede comprometido por ese maltrato de la tierra, del agua, del aire”.
Asimismo, mencionan que al concluir “el año de la fe”, convocado por el Papa Benedicto XVI e impulsado por su sucesor, Francisco, como un tiempo de conversión y renovación, reafirman que “la Fe en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo; descubrir cuánto ama Dios y cómo lo orienta incesantemente hacia sí”.
Instan además a reconocerse y vivir como hermanos. ”La lejanía dificulta ver la verdad más profunda del otro. El, como yo, es un hijo, una hija de Dios, con sus dones, sus esperanzas, sus heridas y sus pecados. La lejanía nos impide comunicarnos, hace imposible escuchar y hablar con el otro, y eso nos lleva a ignorarnos, a desconocernos, a hacernos una idea del otro muy lejana a su realidad”, concluyen.
El documento lleva las firmas de Virginio Bressanelli, obispo de Neuquén; Marcelo Cuenca, del Alto Valle de Río Negro; Juan José Chaparro, de San Carlos de Bariloche; Miguel Angel D’Annibale, de Río Gallegos; Joaquín Gimeno Lahoz, de Comodoro Rivadavia; y Esteban M. Laxague, de Viedma.
También lo rubricaron José Slaby, de la Prelatura de Esquel; Miguel E. Hesayne, obispo emérito de Viedma; Marcelo A. Melani, obispo emérito de Neuquén; Néstor H. Navarro y José Pedro Pozzi, obispos eméritos de Alto Valle del Río Negro.
En el documento en cuestión se expresa que “frente a la aspiración profunda de una convivencia social pacífica se alimenta la violencia por la falta de igualdad de posibilidades. Piénsese en ausencia de oportunidades laborales, de vivienda, de salud, por silenciarse reclamos justos reiterados, por el drama de la droga que por intereses económicos y ausencia de compromiso socio-político se multiplica diariamente”.
Asimismo se refirieron a los intereses económicos concentrados desmesurados que “hacen que muchos vivan en gran precariedad, y el futuro de la Patagonia como ‘casa de todos’ quede comprometido por ese maltrato de la tierra, del agua, del aire”.
Asimismo, mencionan que al concluir “el año de la fe”, convocado por el Papa Benedicto XVI e impulsado por su sucesor, Francisco, como un tiempo de conversión y renovación, reafirman que “la Fe en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo; descubrir cuánto ama Dios y cómo lo orienta incesantemente hacia sí”.
Instan además a reconocerse y vivir como hermanos. ”La lejanía dificulta ver la verdad más profunda del otro. El, como yo, es un hijo, una hija de Dios, con sus dones, sus esperanzas, sus heridas y sus pecados. La lejanía nos impide comunicarnos, hace imposible escuchar y hablar con el otro, y eso nos lleva a ignorarnos, a desconocernos, a hacernos una idea del otro muy lejana a su realidad”, concluyen.
EL PATAGONICO
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