La noche del 19 de diciembre de 2001 el entonces presidente Fernando De
la Rúa decretó el estado de sitio que se convirtió en el elemento
determinante para que una gran parte del pueblo argentino decidiera
salir a la calle a exigir cambios de fondo en la política nacional bajo
la consigna “que se vayan todos”.
Ayer se cumplieron 12 años de la
decisión del hombre que había llegado al poder como candidato de la
Alianza que generó una respuesta inmediata en la población que se volcó a
las calles de todo en todo el país.
En la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, la indignación social se plasmó en largas y heterogéneas
caravanas de ciudadanos que se perfilaron hacia la mítica Plaza de Mayo
en lo que fue el nacimiento de los cacerolazos.
Fue precisamente en
la zona de Plaza de Mayo y el Congreso donde la policía intervino con
mayor brutalidad. Allí la feroz represión generó 5 muertes y decenas de
heridos.
Sin embargo, el violento accionar policial iba a generar un
total de 39 muertes en todo el país, nueve de los cuales eran menores
de edad.
El estado de sitio fue la última de las medidas que dejaron
en evidencia la incapacidad del entonces presidente para resolver la
crisis económica y social que había comenzado en la década del noventa y
que se había agravado durante su gestión.
En los días previos a esa
fatídica medida que aplicó De la Rúa había crecido la indignación
social que se había plasmado, entre otras cosas, en saqueos a comercios
como respuesta, por ejemplo, al corralito aplicado sobre los depósitos
bancarios por el ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo.
La
restricción a los retiros bancarios por parte de los ahorristas agravó
una situación que de por sí ya era grave por la creciente desocupación y
la parálisis de la actividad económica y la quiebra de empresas.
La
inestabilidad económica y la falta de respuestas por parte del gobierno
de la Alianza había quedado en evidencia antes del estallido social con
fallidas decisiones de Fernando De la Rúa al elegir ministro de
Economía: José Luis Machinea fue reemplazado por Ricardo López Murphy
quien llegó el 5 de marzo de 2001 para aplicar recortes y salió eyectado
de su cargo 15 días más tarde para dar lugar al desembarco del ex
ministro menemista, Domingo Cavallo.
Los cacerolazos y la “consigna
que se vayan todos” surgieron efecto en la tarde del 20 de diciembre
cuando De la Rúa, sin respuestas ni respaldo político de ningún sector,
anunció su renuncia a la presidencia de la Nación.
Tras la renuncia
del presidente, el senador peronista Ramón Puerta asumió la presidencia
por dos días, dado que ya había abandonado su cargo el ex vicepresidente
y primero en la línea de sucesión presidencial Carlos “chacho” Alvarez.
Puerta convocó a una Asamblea Legislativa para elegir a su sucesor y
le dio paso a Adolfo Rodríguez Sáa, quien ocupó el cargo con la venia
de los gobernadores peronistas.
La fallida presidencia de Rodríguez
Saá lo obligó a renunciar desde San Luis para dar paso a Eduardo Camaño,
diputado duhaldista que ocupaba la presidencia de la Cámara.
Su
paso fue aún más fugaz: asumió el 31 de diciembre y el 1º de enero dejó
el sillón presidencial para que lo ocupara Eduardo Duhalde, el nuevo
elegido de la Asamblea Legislativa.
EL PATAGONICO
No hay comentarios:
Publicar un comentario