EL ORDEN DIGITAL

jueves, 20 de septiembre de 2012

LUIS MIRALDI PRESENTO SU LIBRO SOBRE EL ULTIMO SALESIANO ITINERANTE, MANUEL GONZALEZ


Luis Miraldi es maestro y profesor, y ejerció su profesión en el colegio salesiano San José de Puerto Deseado únicamente durante el año 1970. Sin embargo, según lo relata, durante ese período tuvo la oportunidad de compartir la mesa con dos ilustres personalidades de la congregación salesiana: el sacerdote y científico Manuel Jesús Molina y con otro sacerdote, misionero incansable, Manuel González.
 

Ahora, a punto de jubilarse, volvió a Puerto Deseado y a otras localidades de Santa Cruz para distribuir su libro «Manuel González», donde enfoca la rica biografía del salesiano, contextualizándola en la tarea evangelizadora de la iglesia católica en Latinoamérica y reflotando el valor de los sueños proféticos de San Juan Bosco en el siglo XIX.


Padre, maestro, amigo

«Para nosotros, los patagónicos, un padre, maestro, amigo, discípulo y misionero», define Miraldi al padre González, a quien considera, con fundamento, el último misionero itinerante, el que a caballo, en bicicleta o en alguna topadora que lo acercara a los puntos más distantes donde hubiera seres humanos, dejó su recuerdo inalterable en todos quienes lo conocieron.

El autor cita algunas observaciones de quienes, aislados durante meses en el campo, conocieron y trataron al hombre que llegaba a tomar mate, a bautizar, a bendecir matrimonios, siempre con buen humor, siempre con alegría. «El P. González venía siempre porque su misión era estar en el campo, con los peones de las estancias, y cuando le quedabaun tiempito libre, siempre se iba al hospital, cama por cama», dice uno de aquellos testimonios, tomados del libro del P. Juan López «Cura gitano linyera de Dios».


Cuadernos

En sus cuadernos de giras, de sus largas giras por el extenso campo santacruceño, dejaba testimonio de los bautismos, matrimonios y confirmaciones que celebraba. Escribía, por ejemplo»: «Antes de acostarme, por la noche, o si no tengo luz, temprano por la mañana, paso a los cuadernitos míos, según lo que trabajé, para compartirlo al retorno con el P. Obispo, y mis comunidades salesianas que siempre cerca o lejos siento que voy con ellos».

«Para mí, acompañar a caballo al Padre González era como andar con Dios», cuenta otro de aquellos que menciona el docente en este libro, editado en la Imprenta Don Bosco de la ciudad de Buenos Aires.

Sobre el final, el maestro Miraldi se pone por unos minutos en el lugar de Manuel González y escribe una carta dirigida a los jóvenes y adolescentes de este tiempo desde la mirada clara del recordado salesiano misionero.

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