EL ORDEN DIGITAL

viernes, 14 de marzo de 2014

DESDE ESPAÑA, VICENTE HERRERA RECUERDA AL DR. RAUL CEVASCO



Nunca tuve claro de dónde me vino la vocación por la medicina, pero es probable que uno de los elementos mas determinantes fuera ver el trabajo de los médicos de aquella época; me refiero a las décadas 70 y 80: Cevasco, Rostagno, Capllonch y otros. Profesionales que hacían lo que podían y a veces más. Como siempre ocurre se les valora más cuando ya no están, así es la condición humana.
Cuando Deseado era un pueblo  y todo el mundo se conocía, las referencias que me daba mi padrino Pepe Alemany que trabajó muchos años en el hospital, acerca del trabajo de estos y otros médicos debió haber influído mucho en mí.
Curiosamente nunca supe el nombre, para mí era simplemente el Dr Cevasco. El respeto que me inspiraba no me hubiera permitido dirigirme a él de otra forma.
Cuando terminé la carrera y cumplí el servicio militar, colaboraba en el hospital como parte de mis funciones.
Cuando un día escuchó a una de las enfermeras que me conocía de toda la vida llamarme por mi apodo de aquel entonces, el Dr Cevasco le aclaró que yo era “el Dr. Herrera “. Creo que nunca nadie más se animó a llamarme de otra manera, al menos dentro del hospital.
Con Cevasco y Capllonch fue con quienes tuve una relación más cercana porque me gustaba la cirugía. Con ellos aprendí a operar hernias y apendicitis. Les ayudé en cirugías complicadas como una osteosíntesis por fractura de tibia en mi primo Martín López. Esa pierna, que yo sepa, quedó tan bien como de fábrica. Por aquel entonces esas operaciones no se hacían más que en Buenos Aires. Tal vez también en Comodoro Rivadavia.
En aquel año surgió la posibilidad de trabajar en Santa Cruz. Podía ir unos meses a Río Gallegos a aprender lo básico en cirugía y luego trabajar en Puerto Deseado, para hacer lo que ellos. Lo que yo había crecido admirando. Y sin embargo el Dr Cevasco tuvo la visión y la honestidad para aconsejarme a que me fuera a Buenos Aires, para aprender la verdadera cirugía. Con el Dr Gárriz, otro deseadense, conocido no sólo en Argentina sino también en muchos otros países.
Por esas cosas incomprensibles las veces que estuve de paso en Deseado nunca tomé la iniciativa de reunirme con él para conversar de la que era seguramente su favorita dentro de las especialidades médicas. O como diría Borges, Deseado nos estuvo desencontrando.
Las cosas que pudimos haber conversado... Me lo imagino ávido y curioso. Sé que le apasionaría ver las operaciones que ahora se pueden hacer sin necesidad de abrir el abdomen de un paciente.
Puesto a imaginar creo que le encantaría ayudarme a operar un estómago o un hígado por laparoscopia. A mí me gustaría saber si era creyente, que pensaba acerca de otra vida después de esta.
Estoy convencido de que Sonia a quien  siempre recuerdo cómplice y amiga de Pepe, mi padrino…o  padre ?,  coincidirá conmigo. A ella le envío un afectuoso abrazo.
Me gustaría saludarla la próxima vez que visite Puerto Deseado.

                                   Vicente Herrera
                                   vicentehc54@hotmail.com

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