EL ORDEN DIGITAL

sábado, 28 de septiembre de 2013

El otro lado/ LA NENA CALZA 40


 Dicen los analistas políticos y sociológicos de este alocado mundo que nos ha tocado vivir, que los cambios comienzan desde abajo, desde las bases. Acaso tengan razón, porque también podemos observar, cada vez más, una modificación en los talles del calzado, especialmente en el que luce el ya no tan "sexo débil", como se lo denominó durante siglos.


Las féminas han ido cambiando, quién lo duda. Su desenfado, su indumentaria, su iniciativa en distintas áreas de la sociedad, se parecen muy poco a las características que seguramente tuvieron nuestras bisabuelas o tatarabuelas, condenadas a ingresar a algún balneario con mallas enterizas de lana, que cubrían casi hasta sus rodillas, y en días y horarios que no coincidían con los de los varones bañistas. De todos modos, vale recordarlo, es evidente que en algún momento de la jornada tenían hábitos un poco más liberales, porque de lo contrario nosotros no estaríamos aquí.
 El cambio comienza en las bases. Las niñas de hoy, en muchos casos, ya no calzan delicados zapatitos número 34. Una encuesta que encaramos desde hace algunas semanas nos indica que entre los nueve y los once años ya andan por el 37. A los quince, en muchos casos, llegan al 39, otrora reservado a los muchachos que con sus "Sacachispas" encaraban feroces partidos en algún potrero de barrio.
 Algunos testimonios de atribuladas madres mencionan la dificultad de conseguir los elegantes zapatitos de primera comunión para una niña que está llegando al número cuarenta.

Esto no pasa solamente en Puerto Deseado, o en nuestra Patagonia, donde sería lógico responder al apelativo que ideó Magallanes en 1520. Según una nota del diario The Wall Street Journal, los fabricantes de zapatos de los Estados Unidos de Norteamérica también  "van a la zaga del tamaño del pie femenino". "El crecimiento registrado en las últimas décadas si bien ha hecho ampliar las tallas tradicionales, no siempre la oferta cubre completamente lo que el mercado necesita", dicen.
 En los últimos 20 años, el pie promedio de la mujer estadounidense ha crecido una talla completa, a un 8 ó 9 (el equivalente a un 38 y un 40), de un 7 u 8 ( 37 a 38), según Marshal Cohen, analista para NPD Group. Él calcula que más del 33% de las mujeres ahora calzan una talla 9 (40) o mayor, un aumento en comparación con el 11% en 1987. Los pies de los hombres también han crecido, pero sólo en media talla en las dos últimas décadas.

¿Qué está pasando? ¿Vamos hacia una generación de gigantes? Algunas familias, cuyos padres miden poco más de un metro sesenta, miran hacia arriba, con admiración y muchos interrogantes, al "nene" que ya pasa del metro ochenta. El aumento de la talla iría acompañado, entonces, proporcionalmente, por el aumento de sus pies.
 "Caminar y hacer ejercicio estimulan al pie a hacerse más fuerte, más musculoso y más grande", dicen podólogos nortamericanos, y dicen también que la mayor actividad deportiva de las mujeres las incluye en este fenómeno que hoy estamos analizando.
 En nuestra informal investigación, descubrimos que las mujeres de más de cuarenta años prácticamente no registran este aumento de talla en sus zapatos. Sin embargo, algunas damas de más de treinta encuentran dificultad para comprar un zapato elegante en los números 42 o 44, anteriormente reservados a caballeros de pelo en pecho.
 Al mismo tiempo que "la nena" calza 40, vale decirlo, su "hermanito" ya anda por el 45 ó 46, con el consiguiente espanto de madres y abuelas y un orgullo no suficientemente justificado del padre, que todavía cree en ciertos mitos relacionados con el tamaño del pie.

Hasta el 10% de las mujeres que están en secundaria ahora usan calzado de talla superior a la 10 (41), según un sondeo de 2001 entre 650 chicas de secundaria por Carol Fry, profesora auxiliar de cirugía ortopédica en la Universidad de California en Los Ángeles. Pero muchas marcas para jovencitas no fabrican tallas grandes, dice el Wall Street Journal. Parece ser, por lo que pudimos indagar en comercios del ramo zapateril, que aquí en Nestorlandia sucede algo similar. Se consiguen zapatillas en números grandes, pero las marcas importantes todavía no registran la necesidad de muchas mujeres, obligadas por lo tanto a usar pesados tamangos que no les gustan; pero, claro, algo hay que ponerse allá abajo de todo.
 Las soluciones alternativas no son muchas, claro. Dicen que se han inventado unas zapatillas que crecen con el pie, pero eso parece una pavada para llenar algún cuadradito en los diarios. La otra posibilidad es buscar algún zapatero artesanal que construya, como el Arca de Noé, un modelo de calzado delicadamente femenino pero pasando el 42, o visitar alguna tienda porteña especializada en travestis, señores de grandes pies y espaldas musculosas que gustan de usar altos y llamativos tacos.

Nuestra investigación nos condujo hasta la casa Finoquietto (www.calzadosfinoquietto.com.ar) que desde 1958 produce tallas grandes para hombre, pero para las jovencitas mantiene la tradición y sólo fabrica hasta el modestísimo 36. Los "camambuses", como se llaman en lunfardo los zapatos grandes, brillan por su ausencia cuando se habla de nuestras princesitas. Si la Cenicienta calza 43, el príncipe se sentirá intimidado a la hora de probarle el zapatito.
 Lo cierto es que, tal vez por influjo de la era K, nuestros hijos y nietos se van transformando en auténticos Patagones. Y el mundo sigue andando... esperemos que sin meter mucho la pata.

Mario dos Santos Lopes

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