EL ORDEN DIGITAL

miércoles, 24 de marzo de 2010

Columna de opinión/ Memoria y verdad

Memoria y verdad
¿Cuántos libros hay que leer? ¿Cuántas películas hay que ver? ¿Cuántas miniseries y novelas? ¿Cuántos artículos y documentales? ¿Cuántos relatos de protagonistas de lo sucedido? ¿Cuanto para saber que lo que comenzó el 24 de marzo de 1976 y duró 7 años fue un error y que estuvo simple y llanamente mal?
¿Qué tal un poco de memoria e información básica acerca de lo que paso a partir del 24 de Marzo de 1976?

Como muchos saben y muchos otros deberían saber hoy se cumplen 34 años del último golpe de estado en la Argentina. El que dejo heridas enormes, interrogantes eternos y una abultada lista de nombres de seres humanos que no están, que se esfumaron, que desaparecieron, mejor dicho, fueron forzados a desaparecer.
Pero, ¿Qué supone tal acción? ¿En que se basa? ¿Para que sirve y para que sirvió? Lo que es seguro es que no sirvió ni para proclamar la vida, ni para proclamar la libertad.
Hoy hay que soportar personas a las que no les importa el motivo por el cual no van a trabajar, no van a la escuela, a la facultad, y que su ignorancia los hace tomarlo como un simple feriado como todos los del calendario. También aquellos que vociferan cosas como “que horrible vivir del pasado”, “para mi es todo mentira”, “se lo merecían”, “algo habrán hecho”, e infinidades de atrocidades mas.
Muchos no saben que no es solo acerca de ese número que tanto se repite y se reproduce en discursos, medios y personas: 30.000, los accionares en contra del mismo pueblo, sea o no sea seguidor del gobierno militar fueron varios. El gobierno fue arrebatado de la última esposa de Perón sin justificaciones válidas ya que los comandantes ya tenían control en muchos de las más importantes dirigencias del gobierno y la mandataria les cedía cada vez más espacios. La toma del poder fue repentina y violenta, durante la madrugada, escabulléndose como ratas. Las libertades individuales fueron condicionadas, el sólo circular por la calle era un hecho controlado y hasta peligroso. Una gran cantidad de libros fueron prohibidos y quemados, así como también autores, periodistas y artistas que tuvieron que huir del país para resguardar sus vidas. Se creó una lista de músicos y canciones que estaban restringidos, especialmente en las radios. Los autores de habla inglesa fueron prohibidos, más que nada durante la guerra de Malvinas. Todos los medios tenían miembros de las fuerzas armadas dentro como parte del control de los contenidos que debían ser previamente acordados y aprobados por estos antes de su emisión en radio y televisión. Las reuniones masivas no eran permitidas.
En cuanto a aquellos que no se apegaban a las reglas o que eran considerados “subversivos” el accionar era despiadado, y metódico. Rodeaban las casas en donde veían su objetivo, entraban sin golpear caóticamente, revisaban y destruían lo que había a su paso, se llevaban a las víctimas en autos particulares, maniatadas y vendadas, y en la mayoría de los casos se apoderaban de sus pertenencias. También buscaban a los futuros prisioneros en lugares de trabajo, casas de familiares, y lugares de reunión común.
Los centros clandestinos de detención se extendían por el país. A veces alejados de la población, otras veces en los lugares más poblados de las ciudades, disfrazados y hechos pasar desapercibido. Sólo vale recordar la unidad D2 en Córdoba, detrás del cabildo y al lado de la catedral en plena plaza del centro, en donde se mantenían a los secuestrados y se llevaban a cabo torturas, y que desde varias ventanas se puede ver con perfección a pocos metros la entrada de la casa del arzobispo. ¿Nadie sabía acerca de eso?
La tortura era un hecho cotidiano en esta clase de lugares, ya sea con picana, golpes, escupitajos, violaciones, y otras vejaciones que despojarían de su dignidad a cualquiera. Los detenidos eran colocados en celdas masivamente, atados, vendados, mal vestidos, sucios, con escasa alimentación, restringidos de todo y obligados a callar. Cientos de mujeres dieron a luz en cautiverio, y vieron como sus hijos marchaban a destinos que aun hoy son inciertos para muchos de sus familiares. La tortura no distinguió entre hombres, mujeres, niños, familias enteras, embarazadas, eclesiásticos (en contra del régimen, ya que la dictadura recibió adhesión y ganó el silencio de muchos miembros de la iglesia), ancianos, discapacitados mentales y motrices.
Mintieron a la sociedad entera con respecto a la guerra de Malvinas en 1982, acerca del desempeño de los argentinos allí y también de las supuestas bunas condiciones en las que se encontraban. Incluso se adueñaron de millones de dólares que se recaudaron en una campaña que iba destinada a los combatientes.
Y lo peor de todo, aún hoy callan y mienten sobre el destino de miles de desaparecidos, y niños nacidos entre rejas que fueron entregados, regalados y puestos en adopción, y se regocijan de sus accionares defendiendo su supuesto ideal de control y buen gobierno siendo que dejaron al país devastado, económica y socialmente, en cuanto a sus instituciones corrompidas por demás. Dejaron heridas que nunca cerrarán y secretos que aún pretenden llevarse a la tumba.
Lo que no pueden llevarse es la memoria, el recuerdo, la verdad completa acerca de la repugnancia de sus actos, los gritos de libertad que hoy podemos dar, la paulatina recuperación de aquellos que creíamos perdidos, el juzgamiento de aquellos militares y cómplices que lo merecen.
No se trata de vivir del pasado, se trata de rememorarlo y traerlo al presente para que en el futuro no se repita. Se trata de enseñar y educar acerca de la verdad para no tener un pueblo ignorante fácil de corromper y dominar. Se trata de querer saber, de justicia. Señoras y señores ¡Nunca más!

Darío Marsicano

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