Alex Vallega, licenciado en Ciencias Políticas y autor del libro “Volver a la tierra”, vivió dos años en Trevelin y, cuando volvió a la ciudad de Buenos Aires, sintió que estaba “en deuda con la Patagonia”. Por eso, cuando le propusieron dar una materia en la Universidad Católica Argentina (UCA), decidió dictar -a principios de la década de los noventa- la cátedra “Política Social”, que estaba centrada en el conocimiento de la región patagónica. Posteriormente, esa materia dio lugar a la creación en 1995 del Programa de Investigación Geográfico Político Patagónico (PIGPP) de la UCA.alex
Alex Vallega, licenciado en Ciencias Políticas y autor del libro “Volver a la tierra”, alerta sobre la necesidad de enfocar un desarrollo estratégico geopolítico de la Patagonia
Por Mauro Fernándes
“Patagonia 1991: un año para no olvidar.” Ese era el título de uno de los trabajos prácticos propuesto en clase por Vallega. “Durante ese año la Patagonia había sufrido en pocos meses varios acontecimientos que impactaron sobre su desarrollo regional, como el cierre del ferrocarril, de la empresa HIPASAM y de la aerolínea de fomento LADE, además del impacto de las cenizas del volcán Hudson. Y, mientras eso ocurría, la mirada de nosotros, los porteños, se detenía en los pingüinos empetrolados del Golfo San Jorge”, comenta Vallega, coordinador ejecutivo del PIGPP.
En los últimos veinte años han participado cerca de 600 jóvenes del PIGPP. Vallega recuerda a varios: a Carlos Zonza Nigro, secretario de Turismo de Chubut, a Augusto Cervo, exministro de Comercio Exterior de Chubut, y a alumnos que terminaron trabajando en reconocidas empresas del país.
El programa está compuesto por docentes y alumnos (no todos son de la UCA) que estudian distintos temas relevantes en la región. Hay varios proyectos, entre los cuales se destaca la restauración de las instalaciones de Cabo Blanco (Santa Cruz), el desarrollo de un tren turístico en la estación de Puerto Deseado (Santa Cruz) y la construcción de aerogeneradores.
Vallega explica: “Fomentamos el desarrollo del tren turístico, ya que es importante para promocionar cualquier lugar. En la Patagonia hay dos: ‘La Trochita’ y ‘El Tren del Fin del Mundo’, que son de nivel internacional. Hay, no obstante, varias iniciativas que pueden ser llevadas adelante, como el ‘Tren del Golfo’ (Chubut) y el tren turístico que uniría la estación de Sarmiento (Chubut) con el Bosque Petrificado. Además, hay muchos proyectos vinculados a la escritura de libros y la restauración de museos. Cada lugar de la Patagonia tiene la posibilidad de rescatar su patrimonio histórico y cultural”.
En líneas generales los proyectos tienen un enfoque multidisplinario, ya que en ellos participan alumnos de diversas carreras universitarias. Vallega ejemplifica: “En la iniciativa del ‘Tren Deseado’ intervienen estudiantes de Ingeniería Civil que se encargan de la construcción de una locomotora mecánica a diesel, además de jóvenes de Comunicación, de Ingeniería Industrial y de Turismo”.
A su vez, los integrantes del programa hacen encuestas, organizan viajes de estudio a distintas localidades patagónicas y dan cursos legislativos, ambientales y de gestión y desarrollo local.
P: -“Al no contar con el ferrocarril, la Patagonia se encuentra desintegrada”, dijo a este medio el exdiputado nacional Lorenzo Pepe. ¿Coincide?
A.V: -Lorenzo Pepe presentó en 1994 un proyecto de ley (24.364) que proponía la creación del Ferrocarril Transpatagónico. Ezequiel Ramos Mexía pensó muy bien el desarrollo del ferrocarril (impulsó la ley de Fomento de los Territorios Nacionales, en 1908) en la región. Ese momento era ideal para hacer el trazado férreo e impulsar y promocionar el ferrocarril. Con relación a esos tiempos, la Patagonia ha cambiado: está más poblada. Además, hoy en día ha adquirido mucha relevancia el camión. Hay que desarrollar una compañía, como lo fue en su momento la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), para integrar y conectar los puertos patagónicos. Por otro lado, las vías ferroviarias deberían ser transversales para unir algunos puntos argentinos con otros de Chile y tener trayectos con salida al Pacífico. En ese sentido podrían ser de utilidad los puertos de Bahía Blanca, San Antonio Oeste o Puerto Deseado. De esa forma, se podrían ahorrar varios kilómetros que hoy se hacen de forma marítima. Principalmente, el tren tiene que ser destinado para la carga de diversos productos, ya que la cuestión de ser un transporte para pasajeros es más bien un plus. Ahora bien, me parecería interesante, por ejemplo, que haya un tren que una Buenos Aires con Bariloche, con una frecuencia de como mínimo dos o tres veces por semana en inverno o verano, porque cumpliría importantes funciones: primero, haría que miles de jóvenes viajen al sur; segundo, abarataría los terribles costos de los colectivos de larga distancia. Sería importante el tren de pasajeros solo en determinados lugares, ya que su desarrollo implica una inversión muy alta. El tren es de media y larga distancia.
-Las vías de salida al Pacífico, ¿serían importantes para el intercambio comercial con Asia?
-Sí, aunque siempre observé que a Chile nunca le ha interesado. Desde hace mucho tiempo hay varios proyectos de corredores bioceánicos. En general no se han llevado a cabo porque no sé cuánto le convendría o querría Chile. El proyecto de Lorenzo Pepe debe ser aplaudido, pero la verdad es que hoy en día la región está muy cambiada con relación al tiempo en el que fue presentada esa iniciativa. Para hacer un uso eficiente de las vías de transporte debe implementarse un sistema multimodal.
“Las necesidades de la Patagonia claman una ayuda”, escribió usted en un artículo que ya tiene unos años. Hoy, ¿cuáles son las principales necesidades?
-Principalmente, las necesidades giran en torno a las vías de comunicación. La región patagónica tiene tres características que están presentes en un poblador de Gan Gan, de Gobernador Gregores o de Puerto Argentino: la soledad, la lejanía y el clima. En la Patagonia todavía hay recorridos aéreos que responden a intereses económicos y, además, hay poca disponibilidad de pasajes. Los aeropuertos de Esquel, Trelew y Viedma no son muy frecuentados por visitantes, y en los de San Julián y Deseado hace falta más conexión aérea. Hay que pensar en un transporte aéreo más regional y federal donde se utilicen las cabeceras de la región: Neuquén, Bariloche, Comodoro y Trelew. Me parece, por ejemplo, ridículo que se haya hecho un aeropuerto en Trelew y otro en Madryn. Es un derroche de dinero, es decir, de un recurso escaso que debería ser bien utilizado. Lo mismo ocurre en Santa Cruz. En la Patagonia hay, además, que volver a recuperar el transporte marítimo. Todo lo que no es perecedero se podría transportar a través de barcos. Por otro lado, hay una cuestión que se vincula a la tierra vacía.
-En cuanto a lo aéreo, ¿qué falta?
-Si se pretende hoy en día ir desde Comodoro hacia Ushuaia -con la excepción de que se pueda llegar a viajar con LADE-, lo más probable es que primero se tenga que ir desde Comodoro hacia Buenos Aires, y luego desde allí hacia Ushuaia o Río Gallegos. Antes había vuelos de Aerolíneas o Austral que unían bastantes puntos. En la época invernal o de vacaciones existen vuelos triangulares que se hacen y unen, por ejemplo, Trelew con Calafate y Ushuaia. Pero faltan aviones troncales, con capacidad para 120 o 130 pasajeros, y algunos regionales, de 30 o 35 pasajeros, de frecuencia diaria. Así se lograría comunicar a la Patagonia.
-En “Volver a la tierra” planteó que “el campo patagónico y argentino se encontraba en una situación desértica y desaprovechada”. ¿El escenario actual es similar?
-En la Patagonia hay muchos campos y chacras sin explotar. Hay lugares donde los guanacos proliferan, sobre todo en Santa Cruz. Hay, a su vez, mucha agua que se desperdicia. Los ríos Deseado, Santa Cruz, Chalía y Chubut no están siendo aprovechados. Creo que en general el agua que proviene de la montaña, corre por la meseta y llega al mar sin ser aprovechada. Hay que volver a colonizar la tierra. Es una cuestión cultural. Hay un despoblamiento de la tierra sobre todo en el territorio de Santa Cruz y en la zona media de Chubut. Hay mucha urbanización en la región. Las ciudades se están llenando de personas que migran desde espacios rurales.
-¿Por qué?
-El urbanismo suele considerado como una suerte de “tener” en sentido material. Es una fantasía. Hay que avanzar en educación rural para lograr mantener a las familias en los campos. Hay que implementar una política integral de Estado, ya sea a nivel nacional o provincial, que esté acompañada de energía, vivienda digna y educación. Hay que invertir en el campo. En la Patagonia se debería poner énfasis principalmente en la producción vacuna, además de la bovina y lanera. Por la cantidad de campos abandonados, en algunos sitios de la región hay un avance del guanaco, choique, puma y zorro. Antes había un equilibrio, hoy hay un desequilibrio.
-Entre una serie de cuestiones, ¿no incide la desertificación de los suelos?
-La erosión de los suelos se da por proceso natural que se intensifica, a su vez, por el sobrepastoreo y el mal manejo que hace el hombre de los suelos. Para mí uno de los principales problemas de la desertificación tiene que ver con que no hay personas viviendo en los campos.
-¿La vivienda digna ocuparía un rol fundamental?
-En muchos campos la vivienda no es buena. Desde mi punto de vista hay que invertir para urbanizar los campos, de forma similar a las políticas que trazaron los Sapag en Neuquén. El Estado debe apoyar al sector rural que apueste por la producción. Se trataría, lógicamente, de un cambio de paradigma en la región.
-¿En qué aspectos repercutiría?
-Se podría frenar la desertificación y, por otro lado, el proceso de urbanización, el cual, a su vez, provoca mayor desarraigo, pobreza y marginación.
-En un escrito marcó que la Patagonia no era tan conocida en la década de los noventa. ¿Hoy es distinta la situación?
-No hay dudas que en el mundo se tiene un mayor conocimiento de la Patagonia, lo cual se debe a las políticas de turismo que se han trazado en general en las últimas décadas. Internamente, la región también es más conocida. La presencia de los Kirchner ha hecho que fuera más conocida. Hay muchas personas que se han ido a vivir a Santa Cruz producto del “boom K”, por denominarlo de alguna forma. También, me he encontrado con posturas opuestas: personas que se oponen al kirchnerismo y, por lo tanto, no quieren ir a Santa Cruz. Desde el gobierno de Duhalde hasta la actualidad, los argentinos han viajado más dentro del país. Y, en ese sentido, cada vez hay más gente que quiere conocer el sur argentino.