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¿Se acuerda cuando la nafta costaba la mitad que en Buenos Aires?
Por Carlos Baulde
Enero de 1994: un turista sale de Buenos Aires con destino a la Patagonia. Llena el tanque de nafta en una estación de servicio en Palermo y paga $ 0,80 el litro de súper. Vuelve a cargar dos veces al mismo precio en la provincia de Buenos Aires, antes de entrar en la maravillosa Patagonia. Vuelve a llenar el tanque, pero esta vez paga $ 0,396 por litro. Mira a su familia y piensa: “Qué ganas de vivir en la Patagonia”.
Julio de 2011: el mismo turista sale de Buenos Aires con destino a la Patagonia. Llena el tanque de nafta en una estación de servicio en Palermo. Paga casi $ 5 pesos por litro pero debe hacer cola una hora. Vuelve a cargar dos veces en la provincia de Buenos Aires, aunque no de la marca que quiere porque estaban las mangueras cruzadas. El motor falla un poco pero llega a la Patagonia y pide llenar el tanque. Paga casi $ 4 pesos el litro. Mira a su familia y piensa: “Por qué no me vine en avión, me salía más barato”. La esposa le lee el pensamiento y le responde: “Acordate que no vinimos en avión porque había ceniza. Y apurate porque a las cinco de la tarde cierran la ruta por la nieve”.
Esta pequeña historia sirve para explicar muchas cosas: la primera, la Patagonia ya no es lo que era. Pero también ayuda a reconocer nuestras propias incapacidades, más allá de los fenómenos naturales que han venido jaqueando la economía regional.
Aquella famosa frase “la nafta barata de la Patagonia” se fue diluyendo con el tiempo como el beneficio impositivo que le dio origen. De hecho, ya hay lugares de la Patagonia en donde el precio de los combustibles iguala o supera a los del norte.
Aquel beneficio a los combustibles comercializados en buena parte del territorio patagónico estaba contemplado en el texto de la Ley 23.966, que estableció la exención del impuesto a las transferencias de productos gravados cuando se destinen al consumo “sobre y al sur de la siguiente traza: de la frontera con Chile hacia el este hasta la localidad de El Bolsón y por el paralelo Nº 42 y hasta la intersección con la ruta nacional Nº 40; por la ruta nacional Nº 40 hacia el norte hasta su intersección con la ruta provincial Nº 6; por la ruta provincial Nº 6 hasta la localidad de Ingeniero Jacobacci; desde la localidad Ingeniero Jacobacci hacia el noroeste por la ruta nacional Nº 23 y hasta la localidad de Comallo incluida; desde la localidad de Ingeniero Jacobacci hacia el noreste por la ruta nacional Nº 23 y hasta la ruta nacional Nº 3; por la ruta nacional Nº 3 hacia el sur, incluida la ciudad de Sierra Grande, hasta el paralelo Nº 42; por el paralelo Nº 42 hacia el este hasta el Océano Atlántico”.
La exención al pago del Impuesto a la Transferencia de los Combustibles (ITC), cuyo valor fue actualizado en 2003, marcó el principio del fin de aquel beneficio de “la nafta a mitad de precio”. Así por ejemplo, del otrora beneficioso 50% de mediados de los ’90 se llegó a un actual 15% de beneficio real.
Pero todo podría empeorar, diría un pesimista incurable: hay un proyecto de ley presentado en el Congreso Nacional que propicia suprimir la idea de “libre mercado” y que el precio de los combustibles sea fijado y determinado por la Dirección Nacional de Refinación y Comercialización de la Subsecretaría de Combustibles, en la órbita de la Secretaría de Energía de la Nación. El objetivo es uniformar el precio de los combustibles líquidos en todo el territorio argentino, lo que pondría en riesgo el cada vez más débil “subsidio” patagónico. Aunque suena injusto llamar “subsidio” a un beneficio lógico y legítimo para los habitantes del lugar en donde se extraen los hidrocarburos para producir los combustibles que consumen todos los argentinos.
Las reacciones de los representantes patagónicos en el Congreso de la Nación –tanto diputados como senadores- ante el perjuicio que han venido sufriendo los habitantes de la región que los votaron para llegar hasta esas bancas, han casi imperceptibles. Muy ocupados en levantar o bajar las manos en función de los intereses partidarios de turno, se olvidaron de defender al menos uno de los intereses de los ciudadanos a los que representan. Una pena
(Fuente Diario Jornada)
(Nota: este beneficio fue prometido -y cumplido- por el presidente Raúl Alfonsín en 1984, desde Puerto Deseado y se transformó en ley por iniciativa del senador Pedro Molina durante el gobierno de Carlos Menem)
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