EL ORDEN DIGITAL

jueves, 17 de marzo de 2011

A un año de las carpas frente a la comisaría/ Escribe la mamá de Rodrigo Remolcoy

CARTA de una madre
sin consuelo, pero agradecida con el pueblo


Hoy, 17 de marzo de 2011 hace un año que armamos las carpas frente a la comisaría pidiendo justicia por la muerte de mi hijo Rodrigo Remolcoy. Había cumplido 26 años el 13 de marzo del 2008 y dos días después los inescrupulosos hermanos Alvarez conocidos como Los Pajaritos le arrebataron la vida. Instantes antes de salir Rodrigo pronunció ante mí lo que sería nuestra última conversación. La última vez que lo escucharía llamarme MAMA. Después sólo lo vi dormido, porque mi ángel duerme su sueño eterno, junto a su hermano Franco, esperando el reencuentro hasta que yo, su madre, llegue a despertarlos.
Rodrigo fue un buen hijo, un buen hermano, un ser que siempre tenía una respuesta para todos, un amigo entrañable, amado por todos, y no lo expreso sólo yo como madre, sino por todo cuanto recibí de sus compañeros de trabajo, de sus amigos de la infancia, de los chicos de mi barrio, con los que creció.
Muchas cosas cambiaron desde ese perverso momento. Mi otro hijo, Franco, estaba enfermo; la muerte de su hermano lo abrumó tanto que se dejó morir, diciendo, no sólo a mí, sino a otras personas, que jamás habría justicia. Lo lloraba desconsoladamente porque no cabía en él la injusta ausencia de Rodrigo.
Doy gracias a toda la comunidad deseadense que nos acompañó. Al abogado que desinteresadamente nos asistió, a todas aquellas personas que aun hoy cuando me ven decaer, me alientan con sus palabras, con el abrazo sincero, a mi hija Verónica por su lucha pacífica, su tenacidad, su fuerza, su contención diaria.
Para mí, como madre, no hubo justicia terrenal. Dios será quien juzgue a los homicidas de mi hijo Rodrigo. No creo que tengan algún remordimiento, porque los que están libres aún siguen viniendo a Deseado como turistas, apañados por personas que desconocen el dolor y el valor de la vida.
A mí me queda la gran satisfacción y el orgullo de saber que mi hijo fue un gran ser humano.
Dios bendiga a la gran comunidad deseadense y los proteja de la maldad y de toda adversidad.
Eternamente agradecida
Patricia González, mamá de Rodrigo Remolcoy

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